De festival en festival pintando caras y haciendo rastas

marina santaló VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

MONICA IRAGO

Si el fin de semana pasado estuvieron en As Revenidas, el próximo no se perderán el Armadiña Rock de Combarro

22 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La cifra impresiona por si sola. Pero, la operación es fácil de realizar: Los extremeños Sinaí Millán y Carlos Cerrato están gastando, cada uno, una media de tres euros diarios en su viaje por Galicia. Ante la sorpresa de quien nota el peso de las vacaciones en la cuenta corriente, hay que aclarar que hay truco. El desembolso aumenta, pero sus bolsillos no lo notan directamente: Viajan gastando lo que ganan por el camino pintando caras y haciendo rastas. «Tal y como están yendo las cosas, solo tendremos que poner cien euros cada uno a mayores», explican. Hablan de la generosidad de los gallegos. «Pedimos la voluntad, y la verdad es que la gente da más aquí que en el sur». Dos o tres euros por uno de los servicios estrella: las pinturas que convierten a quienes se dejan en estrellas festivaleras. Por eso, los destinos a elegir están bien cuidados. El último fue Vilaxoán, coincidiendo con As Revenidas, donde sacaron a relucir todo su arte, al tiempo que se sumergieron en el ambiente. No dudaron en hincar el diente a las famosas sardinas.

«Es una forma de viajar low cost, de ir cubriendo los gastos que se van generando», explica Carlos. Fue Sinaí quien le propuso la idea. No dudó. «Hace un par de años conocí a un grupo de personas que estaban viajando así y decidí probar con una amiga», relata la joven. Hicieron un recorrido de un mes, volviendo a repetir el verano siguiente. La apuesta fue mayor: dos meses por Andalucía y el Levante. Ahora, aprovecha para conocer la tierra de su madre. «Ya había estado en Galicia alguna vez porque mi madre es de Ourense, pero en esta ocasión estamos aprovechando para conocer muchos lugares», explica la joven. Si los últimos días los pasaron en Vilagarcía, ahora se encuentran en Pontevedra. Se desplazarán también hasta Santiago y Finisterre, pero antes les espera Combarro. Un nuevo festival: El Armadiña Rock.

«Elegimos los festivales en función del estilo musical, por si decidimos acudir también a los conciertos», explica Sinaí. Rock, reggae y punk son sus preferencias. El Viña Rock, en Villarrobledo, Albacete; y el Cabo de Plata, en Barbate, Cádiz, son algunos en los que se ha sumergido. Pero, entre canción y canción, toca ponerse manos a las obra: puntos de colores sobre las cejas, y demás adornos en pintura de agua fosforita para brillar por la noche. La realización de rastas y venta de artesanía y cerveza completan la oferta con la que pagan sus gastos. Unos gastos que, hay que decirlo, son reducidos: duermen en casas de amigos o de acampada y cocinan en el camping gas que mueven de un lado para otro. «Sale más barato que comer por ahí», afirman.

Con el coche cargado con la tienda, neveras... Sinaí y Carlos son la prueba de que hay dos tipos de personas: Las que esperan a que se den las oportunidades y las que se lanzan a crearlas. Ella, monitora deportiva; y él, licenciado en historia, enganchan trabajos temporales que no permiten irse a recorrer mundo durante un mes. Pero, moneda a moneda, viven la vida como quieren. Y, con una gran ventaja: Toda la gente que conocen por el camino. Si en Pontevedra se quedan en casa de unos amigos a los que conocieron viajando, en el transcurso de la Festa da Auga hicieron buenas migas con otros jóvenes de Vilagarcía. «Conocemos a mucha gente, y eso es un parte muy positiva», asegura Sinaí.

A poco menos de diez días para volver a Badajoz, todavía les queda mucho por recorrer. Las paradas están previstas de antemano, para asegurarse donde pernoctar, pero se dejan llevar. Abren, además, paso a los demás. «El viernes, en Vilaxoán, no había nadie más pintando... pero el sábado ya se sumó más gente», señalan. Con el paso de los días, volverán a la rutina, pero con la idea de repetir el próximo verano. Será su situación laboral la que determine si esto es posible, pero ellos lo tienen claro: conocer sitios y gente de forma económica es la mejor de romper con el día a día. La mejor forma de vivir.