La marea del Auga inunda todos los rincones de Vilagarcía

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Miles de personas tomaron la ciudad durante toda la tarde

16 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Ya por la mañana, disimulados entre la gente que iba y venía del mercado, se veían por las calles de Vilagarcía los primeros grupos de rapaces que habían llegado a la ciudad con casi 24 horas de antelación para disfrutar de la Festa da Auga. Pero fue por la tarde, ya desde primera hora, cuando se concretó la gran invasión. Jóvenes cargados con bolsas se bajaban en la estación de tren, hasta donde habían llegado ocupando las plazas que Renfe había ampliado para la ocasión. Ya a última hora de la tarde empezaron a llegar los autobuses que, procedentes de hasta una veintena de puntos de Galicia, vomitaban a sus numerosos ocupantes en una ciudad que hoy se dará un baño de multitudes. Y, entre unos y otros, el continuo arribar de coches y turismos, a cuya disposición ha puesto el Concello una gran cantidad de plazas de estacionamiento repartidas por el entorno del casco urbano.

Esa marabunta conforma el ejército que cada año se suma, con especial énfasis, a la celebración de la noche del agua. Una fiesta que parece haber cobrado vida propia, al margen de la gran celebración de esta mañana.

Hasta que el cuerpo aguante

Muchos no llegarán a darse ni el primer remojón. Si el día sale frío, los primeros visitantes abandonarán Vilagarcía en los trenes de primera hora, los de las seis de la mañana. Si la temperatura es agradable, prolongarán su estancia en la capital arousana. A ver qué ocurre hoy: las previsiones hablan de nubes y claros y de temperaturas que suben un poco de los veinte grados al filo del mediodía.

«Este año, la fiesta tiene muy buena pinta», razonaba ayer el presidente de Ahituvi, Richar Santamaría. No todo el mundo lo ve así. Hay comerciantes, especialmente los afincados cerca de los recintos en los que se celebrarán grandes fiestas nocturnas, que temen la llegada de la fiesta y los desmanes que, por desgracia, se producen al amparo de la noche. Son la cara y la cruz de una fiesta que, según la tradición, se bautizará en cuanto San Roque, que saldrá en procesión a las 11.45, entre en su capilla, y el pregonero de la fiesta lance el primer cubo al aire.