La difícil misión de pilotar un proceso que no le gustaba a casi nadie

Rosa Estévez
r. estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

15 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando Bibiano Fernández Arruti desembarcó en Vilagarcía, la posibilidad de que el Hospital do Salnés pasase a formar parte del área sanitaria de Pontevedra ya estaba sobre la mesa. La polémica, alimentada por declaraciones contradictorias y por pesados silencios, acompañó a Fernández Arruti desde su toma de posesión. Aquel día, la entonces conselleira, Pilar Farjas (PP), tildó de «artificial» la polémica por la supuesta integración. «Con su la integración [del hospital] en el Sergas, ya ha quedado vinculado al área sanitaria de Pontevedra», dijo entonces Farjas. Más que una respuesta a las preguntas de los periodistas, aquella frase de la conselleira fue un oráculo que muchos intentaron desentrañar en los dos años que aún iba a durar la incertidumbre sobre el futuro de hospital. Fernández Arruti no fue de ellos, al menos no en público.

En sus comparecencias, el gerente evitaba las afirmaciones categóricas. «Yo, al menos, no tengo conocimiento de nada», solía decir. El misterio se resolvió el 30 de junio de 2011, cuando el Sergas anunció la integración del hospital de O Salnés en el área sanitaria de Pontevedra. Se iba a mejorar el servicio a la par que se iba a reducir el gasto. La oposición a este proyecto, decían, no tenía más justificación que los «intereses políticos». Cinco años después, entre profesionales y usuarios cunde la sensación de que la integración no fue un buen negocio para O Salnés. Que el centro ha perdido, como predecían los apocalípticos, independencia y servicios.