Los concellos de Arousa esquivan el fenómeno de los grandes botellones

VILAGARCÍA DE AROUSA

Ayuntamientos como el de Cambados detectan un retroceso en esta práctica
12 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.La muerte de una niña de 12 años por un coma etílico ha vuelto a abrir el debate sobre el fenómeno del botellón. En la comarca de O Salnés, las grandes concentraciones de jóvenes que se reúnen para consumir alcohol nunca llegaron a estar realmente de moda. Y parece que a medida que pasa el tiempo, su incidencia es menor.
Según informa el Concello de Vilagarcía, en la capital arousana el fenómeno del botellón no llega a considerarse ni un problema. Las reuniones de jóvenes que consumen alcohol al aire libre suelen ser más frecuentes durante los meses de verano, cuando el tiempo invita a estar a la intemperie y cuando la población de la localidad se dispara debido a la llegada de los turistas. La cercanía de la playa de A Concha-Compostela al casco urbano convierte a este arenal, y especialmente al pinar, en el lugar ideal para estos encuentros. Pero cuando el tiempo cambia y llegan el frío y la lluvia, el botellón se mueve. Los rapaces buscan, entonces, cualquier lugar de abrigo que esté a su alcance. Y esto obliga, forzosamente, a reducir el tamaño de las reuniones, que se disgregan por lugares como la pérgola del Miguel Hernández, o los soportales de edificios como la casa del mar, el auditorio, o la vieja comandancia.
Quizás sea Cambados el municipio arousano en el que más raíces echó el fenómeno del botellón. La explanada que da aparcamiento a la plaza de abastos y el paseo de las palmeras son lugares en los que es frecuente ver a grupos más o menos grandes de rapaces. El portavoz del gobierno local, Xurxo Charlín, aseguraba ayer que el tamaño de estas reuniones parece ir disminuyendo. «En xeral, a movida baixou, e con ela o botellón», explica. Que algunos locales hayan puesto en marcha promociones y sustanciosas rebajas en el precio de las consumiciones -una práctica extendida por todos los sitios-, parece desincentivar el tomarse las copas en la calle.
Llegamos a O Grove. En esta villa, la policía local asegura que el botellón no existe como tal. De vez en cuando, explican los agentes, algún grupo de chavales queda en un espacio público, abre el maletero del coche, dispara la música y en ocasiones consumen alcohol. Hace unos años sí que hubo problemas con esta práctica, pero «poco a poco se fue mitigando», según apuntan desde la policía local. En estos momentos, «alguna vez se pueden reunir algunos chavales», pero ni lo hacen en un espacio definido, ni esos encuentros van más allá de un puñado de amigos. «En estos momentos no hay problemas de ese tipo», concluye la policía.
Lugares sin vecinos a los que molestar y protocolos de limpieza especial
Que los jóvenes elijan reunirse en lugares alejados, en los que no hay vecinos a los que molestar, es uno de los elementos que hizo que el botellón no haya generado nunca demasiada crispación en Arousa. Con el paso de los años, los ayuntamientos han ido afinando la estrategia para minimizar las huellas de este tipo de eventos. En Vilagarcía, por ejemplo, el servicio de limpieza ya está organizado para prestar una atención especial a los lugares en los que se celebran encuentros nocturnos para que el resto de los vecinos no tengan que tropezar con los restos de la fiesta. En Cambados, afirma Xurxo Charlín, hay un refuerzo del servicio de limpieza todos los domingos por la misma razón. Mientras, en O Grove, cada vez que la policía local encuentra a un grupo disfrutando del botellón, identifica a uno de sus integrantes para asegurarse de que no se van a ir del lugar sin haberlo limpiado todo antes.