Una afición que desembocó en A Cantarela

marina santaló VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Carlos Puga tuvo su primer contacto con las setas en Cataluña. Le cogió el gusto y realizó su primer curso en Vilagarcía

30 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En el arroz cocinado por Carlos Puga no faltaron las setas. Concretamente, unas shiitake, que combinó con zamburiñas, bacalao y guindilla para darle un toque picante. «Le queda muy bien, no hace falta más que unos champiñones al ajillo para comprobarlo», señala el presidente de la agrupación micológica de Vilagarcía A Cantarela, que aprovechó el comienzo de la época por excelencia en la zona costera de Pontevedra para la recolección de setas para incluirlas en el menú. «Con la llegada del otoño comenzamos la salidas», explica Puga. Unas excursiones que, sin embargo, nada tiene que ver con las celebradas hace cuatro años, cuando comenzó la escasez de setas en los montes de la comarca. No hace falta más que remitirse a la primera salida de este año: fue el pasado 23 de octubre por una zona ubicada entre Silleda y Lalín. «Fue decepcionante, nos salvó que aprovechamos para visitar sitios y comer por ahí», lamenta. Fueron un total de 40 personas.

«El problema es el tiempo. Aunque cada tipo de seta necesita unas condiciones climatológicas diferentes, las que acostumbran a salir en otoño lo hacen con la llegada de la humedad y del frío», explica Carlos Puga. Debido a las altas temperaturas de las últimas semanas, superando los 25 grados este fin de semana, apenas pueden verse setas por los montes. «En un año bueno, lo normal era encontrarnos entre veinte o treinta especies en cada excursión», indica. Sobre las zonas más ricas en los frutos por excelencia del otoño de la comarca, destaca la falda de los montes de Xiabre y Lobeira. «Hasta que ardieron», matiza.

El presidente de A Cantarela se remonta también a los tiempos anteriores a la masificación de Sanxenxo. «En los pinares de esta zona y en los de A Lanzada eran muy abundantes», señala. Para evitar el agotamiento de las que quedan, recomienda seguir la indicación de la Xunta que establece un límite de dos kilogramos de setas por persona y día. Le parece más que suficiente. «El que viene detrás mía, encuentra siempre», señala sobre esta prohibición. «La recogida abusiva provoca que se terminen porque no da tiempo a que germinen. La espora va cayendo y forma el micelio», aclara.

Envenenamientos

Además de recalcar la importancia de prohibiciones como el uso de bolsa (hay que sustituirla por una cesta), advierte de la importancia de consejos como el que recomienda la extracción cuidadosa con el fin de identificar claramente las distintas partes de la setas. Algo fundamental para evitar confusión entre tipos similares. Pone un ejemplo. La Amanita phalloides es cada año confundida por russulas o champiñones causando envenenamientos. Da la clave para diferenciarlos: Mientras que la amanita está compuesta por volva, anillo y láminas y esporas blancas, la russula no tiene ni volva, ni anillo. Darle la vuelta es, por tanto, fundamental. En el caso de los champiñones, la diferencia viene de la ausencia de volva y de unas láminas que, con el paso del tiempo, van oscureciendo desde el rosa hasta el negro.

Comienzos

Su inicio en el mundo de la micología se produjo en Cataluña. Corría el año 1969 cuando comenzó a salir en grupo en busca de setas sin tener él todavía conocimientos sobre el tema. Al llegar a Vilagarcía, con treinta y pico años, se apuntó a un curso. Comenzó así una pasión, que viviría su auge en Galicia en los años ochenta con la creación de una treintena de asociaciones. En el 1983, nació A Cantarela de la mano de veinte personas. Ahora son 178 socios. Y una larga lista de actividades. Una de las más conocidas, la tradicional degustación de setas que los integrantes de este colectivo suele ofrecer al público como colofón del Outono Micolóxico quedará aparcada este año debido a las obras de la plaza de A Peixería. Sería la vigésimo quinta edición. El mayor temor de Carlos Puga es que no se trate de algo puntual y corra el riesgo de perderse la tradición, por eso indica que «haremos todo lo que se puede para mantenerla». Para ello, invita a los más jóvenes a descubrir un mundo que no deja de evolucionar de la mano de los investigadores.