Veinte años del debut del Cortegada en la élite ante el Getafe de Díaz-Miguel

Pablo Penedo Vázquez
Pablo Penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

vítor mejuto

Siña y Helena Mariño recuerdan la magia con la que el equipo vilagarciano vivió aquella primera temporada en la Liga Femenina

25 sep 2016 . Actualizado a las 16:54 h.

Fue el 22 de septiembre de 1996. El escenario, la pista del gigante Getafe entrenado por el seleccionador español de baloncesto masculino con mayor impacto en la historia. El icónico Antonio Díaz-Miguel. En las filas del equipo madrileño, medio combinado nacional, desde Amaya Valdemoro a Blanca Ares, la hoy mujer del actual ocupante del banquillo nacional masculino, Sergio Scariolo, además de aquel fenómeno de la naturaleza, la polaca Margot Didek, elevando el techo de la Liga Femenina hasta unos imposibles 216 centímetros. «Solo recuerdo que nos habían metido una palleira de cuidado. Se te hacía de noche con aquellas jugadoras tan grandes», recordaba ayer Siña Abeijón. Y así fue, el Mejillón de Galicia abría la historia de la Agrupación Deportiva Cortegada en la máxima categoría del baloncesto profesional español encajando un 106-62. Claro que Siña y su compañera Helena Mariño desempolvan mucho más cuando se les pregunta por aquel debut y una temporada irrepetible.

«El partido entre comillas te daba un poco igual. Te enfrentabas con un equipo todopoderoso. Entramos en aquel pabellón, y te alucinaban aquellas gradas tan grandes. Ver en persona a las jugadoras que veías por la televisión, y al exseleccionador. Te parecía surrealista», comenta la histórica capitana de la A.D. Cortegada.

«Nervios. Con moitísimos nervios. Eu era a máis nova do equipo (20 años)», apunta Mariño. «Poder tocar de repente xogadoras que vías pola tele. E nos prolegómenos do encontro, unha presentación como as que se fan agora, pero ás que nós non estabamos acostumadas. ¡Buah! Estabamos flipando».

La pontevedresa Rocío Carballo y Margarita Lema, que aunque nacida en A Pobra do Caramiñal se forjó en la base del Xuven de un Cambados en el que empezó a vivir al año de edad, fueron junto a las dos vilagarcianas las cuatro canteranas del Cortegada en dar el gran salto; impulsadas por el trabajo y la dirección técnica de la dupla formada por el actual entrenador del coloso Perfumerías Avenida, Miguel Ángel Ortega, que anoche se proclamaba campeón de la Supercopa de España, y el compostelano Mózam. Artífices de tres fases de ascenso en la Primera B en cuatro años -entonces no había LF2-, la última con premio de rebote en Vilagarcía, con el Universitat B de Barcelona teniendo que ceder su puesto en el ascensor al cuadro gallego.

La coruñesa Inés Granell, hoy mujer de Ortega, la compostelana Begoña Fernández, las internacionales Belisa González y Nieves Lobón, procedentes del Celta, la letona Sandra Gelumbiackaite y la estadounidense Latonya Sherriff completaban aquel histórico primer plantel en Liga Femenina, de 24 años y 1,79 metros de media.

La revolución Ortega

«Cando Ortega nos colleu -un mes de diciembre en sustitución del primer entrenador en la historia de la A.D. Cortegada, Paco Sáez- dicíanos ¿por que non podemos xogar en Liga Feminina?», rememora Mariño, «e pensabas ‘iso é imposible’. E ao final púidose. Traballando arreo. Porque se traballou moitísimo. Ortega viña da estrutura do OAR Ferrol, e pasamos de adestrar unha hora cada tres días, a 3-4 diarias. Coñecimos o traballo profesional. Pero eramos xente comprometida, e ao final de cada tempada víanse os resultados», resalta la interior.

«El cambio de Primera B a LF fue muy grande. Estábamos acostumbradas a ganar, ganar y ganar. Pero también sabíamos lo que nos íbamos a encontrar», señala Siña. Y tanto su compañera y amiga como ella coinciden en destacar lo mucho que ambas y el equipo aprendió de una temporada que acabó con descenso en el penúltimo puesto.

«Foi unha tempada na que todo estaba por descubrir. Era abrir o envoltorio dun regalo todos os días. Chegaron estranxeiras por primera vez ao equipo. Houbo momentos difíciles, pero nos erguemos e o equipo aprendeu moito», explica la pívot. Un curso de formación sin duda valioso para volver a la primera de cambio a la Liga Femenina, y permanecer después siete campañas ininterrumpidas en la máxima categoría antes de sufrir el siguiente descenso.

La foto de las Margots

De los muchos recuerdos atesorados por las pioneras del Cortegada en LF los que afloran con mayor facilidad son los relacionados con los duelos con el Getafe. El primero, por ser el del debut en la Liga Femenina, y el de la vuelta, por dos imágenes. «Acórdome da cara que puxo Díaz-Miguel cando entrou xogar no pavillón do Instituto de Carril -cuna del Cortegada de la mano de Miguel Ángel González-. Quedou asombrado, e díxonos que tiñamos moito mérito polas nosas condicións de traballo», relata Helena, que acto seguido se echa unas risas cuando cuenta que «nós tiñamos a nosa Margot, que se non era a máis baixa da Liga (1,65 metros) sería das que máis, e en Vilagarcía xuntámola con Margot Didek (2,16) para facerlles unha foto».