El entrenador de moda vive en Vilagarcía

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Tito Díaz coge cada día el tren a las 9.20 en la estación de Vilagarcía. «Volver a mi casa cada noche tiene mucho valor para mí», dice.
Tito Díaz coge cada día el tren a las 9.20 en la estación de Vilagarcía. «Volver a mi casa cada noche tiene mucho valor para mí», dice. m. irago

Díaz coge cada día el tren para viajar hasta A Coruña y entrenar al Leyma, que pelea por llegar a la ACB

13 may 2016 . Actualizado a las 09:47 h.

Tito Díaz (Lugo, 1957) llegó para pasar un fin de semana con su amigo Xoán Trigo, también lucense y que jugaba al baloncesto en Vilagarcía, y a partir de ahí el destino hizo el resto. Aquel fin de semana conoció a la que hoy es su mujer y la temporada siguiente ya estaba vistiendo la camiseta del mítico Liceo de los Aramburu, Abeijón y compañía. Aún no vivía en Arousa, estudiaba en Santiago una carrera de Matemáticas que plantó a los 23 años cuando el Breogán lo llamó a filas. Díaz fue uno de los protagonistas indiscutibles en aquel meteórico ascenso de Tercera División a la ACB.

Aquel Tito Díaz al que la incursión arousana de fin de semana le cambió la vida es hoy el entrenador de moda en el baloncesto gallego... viviendo en Vilagarcía. «No sé si este es el mejor momento, pero es uno de los buenos momentos de mi carrera», afirma. En su tercera temporada en el Leyma ha metido al club de A Coruña en las semifinales del play off de ascenso y hoy jugará el tercer partido contra el Melilla. Lo ha hecho comandando un grupo de chavales a los que va cada día a dirigir en tren. Reconoce que hace quince años no se hubiera planteado entrenar a cien kilómetros de donde vive. «Ahora valoro cosas que a lo mejor hace quince años valoraba menos. Tener una estabilidad familiar y personal para mí es muy importante», subraya. En su primera temporada en A Coruña tenía piso allí pero tan pronto como el tiempo del viaje en tren se redujo a los cincuenta minutos no hubo la menor duda. «Llegar a mi casa cada noche, cenar en mi casa, dormir en mi casa... eso tiene mucho valor. Me ayuda a estar mejor y si yo estoy bien ayudo más al equipo que si estoy mal». El plan de viaje está claro: «Me voy a las 9.20, llego a A Coruña a las 10.10. Entreno en el Palacio por la mañana, como cerca de allí y vuelvo a entrenar a las cinco de la tarde. A las 19.20 cojo el tren de vuelta, con lo cual hago una jornada laboral de nueve horas y tengo tiempo para trabajar en el despacho, hablar con los jugadores y demás. Y en los trayectos en el tren también aprovecho para ver vídeos».

Díaz se considera un vilagarciano más, «digamos que soy vilagarciano y lucense», apunta. «Me gusta mucho Vilagarcía y está muy bien comunicada. Me permite hacer mi trabajo y vivir en mi casa, algo que es perfecto». Cierto es que en esa doble nacionalidad la vertiente lucense debe estar ahora ligeramente enojada con Tito, que se ha convertido en la bestia negra del Breogán. «Mis amigos me sienten lucense (risas) y los del baloncesto creo que también. Siempre me reciben bien, además es que yo sigo siendo del Breogán».

Los herederos

Díaz, que se hizo profesional con 23 años, tuvo siempre muy claro lo que quería inculcar a sus hijos: «Les dije que el baloncesto está muy bien, pero como actividad complementaria. Ellos estudian y al mismo tiempo juegan al baloncesto. Les gusta, vienen a los partidos, pero lo tienen como un hobby. Yo creo que lo primero es lo primero, y si yo no pude acabar la carrera por las circunstancias, porque empecé a ganar dinero muy pronto, que ellos sí tengan lo otro, que es más importante».

Tras Vilagarcía y Lugo, el tercer puerto de atraque de Tito Díaz es Ribadeo. Allí es a donde se va cada verano y donde gestiona con un socio desde hace muchos años uno de los locales hosteleros de éxito en la localidad. «Me vale para cargar las pilas», dice.

El éxtasis baloncestístico que se está viviendo ahora en A Coruña también lo disfrutó Díaz como entrenador en Vilagarcía. «Los tres años que estuve en el Extrugasa fueron muy intensos. Un descenso, una fase de ascenso en casa con el pabellón lleno y una temporada en Liga Femenina muy bonita. Había mucha pasión y también fueron años muy bonitos con el Inelga. Lo de Vilagarcía fue más cercano que ahora lo de A Coruña porque había más gente de aquí»», recuerda.

Y puestos a hablar del baloncesto en la comarca, es obligado mencionar al Xuven. «Lo que veo es en que en Cambados hay mucha identificación de la gente con su equipo, algo que les está ayudando muchísimo. Siempre que voy, el pabellón está lleno y la gente animando muchísimo a su equipo. Es un Breogán en pequeño. Y además es un club bien estructurado, que fue creciendo poco a poco sin sacar los pies del tiesto y con mucho arraigo en la ciudad. Muy sólido. Me gusta mucho lo que veo cuando voy».

Vino a Vilagarcía para pasar un fin de semana pero el destino, y Cupido, jugaron en su equipo para que la ciudad arousana se convirtiera en su nuevo hogar.

Hoy jugará con su equipo el tercer partido del play off de ascenso a la ACB contra el Melilla. Ha conseguido que en A Coruña se hable de baloncesto pero no olvida su paso por los banquillos del Inelga y del Cortegada