«Cocino como mínimo tres veces por semana pero una vez a la semana cae algún menú del día por ahí porque a veces te apetece. Valoro más poder hacer eso que tener un gran coche», apunta Juanqui. Y con ese bagaje, solamente se planteó montar un restaurante cuando se quedó en el paro: «Sé lo que es trabajar en esto. Sé que es muy esclavo».
¿Y cuál es el truco para que te guste comer de todo? «La comida entra por los ojos. A Gael -su hijo mayor- le tengo prohibido decir que un plato no le gusta. Le puede gustar más o menos. Todo te gusta porque el paladar se educa... aunque yo no soporto la cebolla cocida».