Cementerios que tienen su historia

Susana Luaña Louzao
susana luaña VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Un paseo por el cementerio de Rubiáns es imprescindible para conocer la historia reciente de Vilagarcía y de sus gentes.
Un paseo por el cementerio de Rubiáns es imprescindible para conocer la historia reciente de Vilagarcía y de sus gentes. mónica irago< / span>

Debajo del Anexo A Lomba todavía puede haber restos de los vilagarcianos que se enterraron cuando allí había un camposanto; antes, se les daba sepultura en el recinto de la iglesia

01 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El crecimiento del censo obligó a aumentar varias veces los recintos funerarios

El presupuesto del cementerio de Rubiáns pasó de 26.000 a 50.000 pesetas

Posiblemente muy pocos profesores y muchos menos alumnos sepan que, a lo peor, debajo de las aulas en las que estudian que dos más dos son cuatro siguen enterrados los huesos de sus antepasados. Porque aunque ellos lo desconozcan, lo cierto es que en el mismo sitio en el que ahora se ubica el colegio Anexo A Lomba y que antes fue el instituto Calvo Sotelo, estuvo en su día el cementerio en el que recibían sepultura los vilagarcianos.

Se construyó cuando se saturó el primer camposanto de la historia contemporánea de Vilagarcía, y que estaba en el recinto de la iglesia parroquial de Arealonga. Como estudió el profesor Daniel Garrido, el atrio de la iglesia estaba cerrado con un muro y allí era donde se enterraba a los vecinos de la parroquia. Pero en el año 1887, cuando era alcalde de Vilagarcía Luis Maroñas, la corporación municipal ya empezó a plantear los problemas de salubridad que presentaba el hecho de que el Campo Santo, que así se le llamaba, estuviese en el medio del pueblo. Además, el muro que lo protegía se caía a trozos, lo que obligó a construir un cierre nuevo de sillería, pero aún así, era evidente que se hacía necesario levantar un nuevo cementerio «en las afueras del pueblo».

Y aunque ahora parezca mentira que entonces fuesen las afueras, la corporación municipal se decidió por los actuales jardines de Doctor Fléming, donde se levantó un nuevo cementerio a principios del siglo XIX. Ese traslado permitió, además, construir la actual plaza de España junto a la iglesia, que entonces se llamaba los Campos Elíseos.

Pero con el nuevo recinto funerario no tardó en pasar lo mismo que con el anterior. El crecimiento de la población era entonces imparable y enseguida se quedó pequeño, así que veinte años después de su inauguración, ya hubo que ampliarlo, y como la zona de San Roque no paraba de crecer, enseguida se planteó la escasa idoneidad de que las tumbas estuviesen al lado de las casas. El cementerio ya no estaba en las afueras.

Las Canudas

Se buscaron entonces terrenos para la construcción de uno nuevo, que esta vez sí tenía que estar bien alejado del casco urbano. Se barajó un terreno en la carretera de Caldas, en El Montiño, y otro en Las Mulatas, pero finalmente se acordó construirlo en Las Canudas, en la carretera de Pontevedra; o sea, donde está el actual cementerio municipal de Rubiáns. Como ocurría antes y sigue ocurriendo ahora, los trámites se dilataron más de la cuenta, desde que en el año 1888 se planteó la cuestión hasta que se inauguró en 1906, y también como entonces, el presupuesto se disparó escandalosamente, de las 26.000 pesetas iniciales a las 50.000 que costó la obra.

Y como no hay dos sin tres, también el de Rubiáns tuvo que ser ampliado en breve; fue en el año 1912, siendo alcalde Valeriano Deza, cuando se decidió aumentar su capacidad, hasta duplicar la superficie inicial. El camposanto no escatimó servicios, con la inclusión de una capilla, una casa de autopsias y la vivienda del enterrador.

Casi veinte años después se completó el servicio funerario municipal con la construcción del actual cementerio de Carril.

El Cementerio de los Ingleses

Pero como de todos es sabido, la historia de Vilagarcía no puede entenderse sin hacer referencia a la Royal Navy y a los años en los que la Armada Británica realizaba sus maniobras en la ría. Por eso, al lado del camposanto municipal está el Cementerio de los Ingleses, porque los anales de un pueblo tampoco se pueden escribir sin tener en cuenta a sus muertos. Y en la Perla de la ría de Arousa, en los primeros años del siglo XX, murieron muchos marineros ingleses que no podían ser enterrados en el cementerio católico por ser de religión protestante. Aunque en algunas ocasiones recibieron sepultura en un lateral del municipal, se hacía necesario la construcción de un lugar propio para los súbditos británicos, y así se hizo por mediación del vicecónsul Cameron Walker.

El cementerio cuenta en la actualidad con 16 tumbas; la mayoría, ocupadas por marineros que fallecieron antes de 1911 y que fueron exhumados y trasladados al camposanto inglés, levantado al lado del municipal. Muchos años después, en 1971, fue enterrado también en el recinto el cónsul británico Alexander Linsay, que prefirió permanecer eternamente en Galicia.