Rivas Briones, de la alcaldía al supermercado

r.e. vilagarcía / la voz

VILAGARCÍA DE AROUSA

15 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La sala de exposiciones de Vilagarcía lleva el nombre de uno de los grandes artistas que ha dado este municipio: Rivas Briones. De él quedan huellas en los rincones más insospechados de la ciudad. En la alcaldía, por ejemplo, hay una crucifixión que lleva su firma. Y muy cerca, en un supermercado de la plaza Xoán XXIII, aún se conserva uno de los muchos murales con los que contribuyó a embellecer la ciudad. Está, detrás de una mampara protectora, justo encima de los carritos de la compra. Se conservan otras obras parecidas a esta, como una composición sobre el Entroido que preside del salón de actos del Liceo Casino, o el del Banesto. De Rivas Briones hay también, en muchos hogares de la capital arousana, una rica variedad de muebles. Y hasta portales de madera que llevan su marca de autor.

No es este el único artista que ha contribuido a hacer de las calles de Vilagarcía una suerte de galería urbana. La lista de esculturas que jalonan las calles de la ciudad han sido creadas por los mejores artistas locales: Chaves, Chazo, Lombera.... Escondida en el jardín del Doutor Fléming encontramos, en un ángulo oscuro y evidentemente olvidada, una pieza de uno de los grandes escultores gallegos, Francisco Asorey. Se trata de un busto de Calvo Sotelo sobre el que se superponen todo tipo de pintadas. Quizás no sepan los vándalos sobre qué lienzo pintan.

Sigamos caminando hasta la calle de A Baldosa. Allí, en un estado de conservación realmente lamentable, se encuentra una de las colecciones artísticas más originales de toda Galicia. Son las piezas que los principales autores arousanos diseñaron para esa emblemática rúa, y a los que los años y un deficiente mantenimiento han dejado en un estado lamentable.

No presentan mucho mejor estado las pinturas con las que Xurxo Alonso dio un aliento de vida a los imponentes molinos eólicos de Xiabre. Ni la escultura que Manolo Paz ideó para el Puerto de Vilagarcía y que permanece esquinada y a trozos, esperando la hora de su renacimiento.

Curioso destino para una escultura en el municipio que, durante años, ha querido dotarse de nuevos símbolos recurriendo, precisamente, al arte. De esa obsesión surgió la Porta da Luz Salgada, de Manolo Chazo, o las manos con las que Ramón Conde rindió tributo a quienes lucharon contra el Prestige.

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