Fernando Boquete, la sexta víctima del crimen de Valga: pierde a su mujer y a sus dos hijas

La Voz VALGA

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Concentración en el instituto de Valga en repulsa por el crimen
Concentración en el instituto de Valga en repulsa por el crimen MARTINA MISER

El marido de Maria Elena y padre de Sandra y Alba está, desde el primer momento, arropado por familiares y amigos, y recibe apoyo psicológico

17 sep 2019 . Actualizado a las 21:04 h.

Los vecinos de Valga que viven cerca de la casa donde el lunes la furia asesina de José Luis Abet acabó con la vida de Sanda y Alba Boquete, y de la madre de ambas, María Elena Jamardo, relatan los dramáticos sucesos vividos con una cierta distancia. Como si no fuesen ellos los protagonistas. Como si todo hubiese sido una escena vista en una película, el nítido recuerdo de un mal sueño.

Pero esa distancia de seguridad, probablemente necesaria para poder seguir adelante, desaparece cuando hablan de los dos hijos de Sandra, del horror que vivieron y de todo el que les queda por vivir. Los ojos se empañan de lágrimas y las voces se rompen, también, cuando mencionan a Fernando Boquete. Un hombre «que o perdeu todo, que quedou sen ninguén». Porque Fernando, que se levantó el lunes casado y con dos hijas, se ha quedado solo. De golpe se ha quedado sin su mujer y sin sus dos hijas, y con dos nietos pequeños. «¿Como se supera iso? Eu non o sei», comenta Ramón Eiras, amigo íntimo de esa otra víctima de José Luis Abet. La sexta, junto a las tres mujeres fallecidas, y los dos pequeños que lo vieron todo.

Perder a la mujer con la que había compartido una vida de sacrificios y esfuerzos -ambos habían pasado muchos años en Suiza, trabajando y ahorrando, mientras sus hijas crecían al cuidado de sus abuelos- sería motivo suficiente para que se derrumbase. «Pero é que ademais perdeu ás fillas. ¿Quen pode imaxinar o que está pasando ese home?», comenta otro vecino. Un tormento exasperante, un dolor que no puede ser medido, dicen.

Fernando, que está siendo arropado por su familia y que, como sus nietos, está recibiendo asistencia psicológica, recibió la noticia que le puso la vida del revés mientras trabajaba haciendo tareas de mantenimiento en el colegio de Valga. Allí comenzó la pesadilla para un hombre al que quienes lo aprecian -y son muchos- retratan como una persona afable, habladora. «Un caballero» al que nunca acabó de gustarle el hombre con el que su hija mayor, Sandra, decidió casarse. Es, dicen los vecinos, «un gran avó». Y esperan que, al menos eso, pueda seguir siéndolo.