Vilagarcía, un lugar en busca de su Camino

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

PONTECESURES

MARTINA MISER

La capital arousana ofrece a los peregrinos que la cruzan un recorrido lleno de contrastes

07 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Dicen que todos los caminos llevan a Roma. Y está claro que cada vez son más los que conducen a los peregrinos a Santiago. La Variante Espiritual que une Poio con Vilanova a pie, y Vilanova con Pontecesures a través de la ría, tiene ya otra variante: la que permite a los caminantes seguir andando por la costa hasta la villa de la lamprea, siguiendo en este caso los pasos del Padre Sarmiento. Esa ruta con doble significado atraviesa Vilagarcía de Arousa, haciendo entrar a esta ciudad en el club de los municipios del Camino. Los peregrinos pasan, sí. Algunos llegan solo hasta la estación de tren, o la de bus. Y otros siguen andando, descubriendo un paisaje de contrastes y retos inesperados.

La ruta por Vilagarcía arranca en O Rial. Tras un tramo de asfalto, los caminantes son recibidos por la pasarela de madera que les permite sortear sin peligro la rotonda de acceso a la Vía do Salnés. Luego se introducen, durante unos minutos, en una senda que discurre junto a la ensenada, envuelta en una explosión de verde. En apenas unos minutos, el paisaje cambiará totalmente: el mar sigue en su sitio, pero a nuestra derecha hay industrias. Cuando el peregrino alcanza la ruinosa Peña, tiene un problema: la placa que indica la dirección a tomar ha sido arrancada. Esas señales -azules, con una cruz encarnada y un peregrino- fueron colocadas por la Mancomunidade para señalizar la ruta del Padre Sarmiento. Pero son pocas y no siempre visibles. Así que Amigos do Camiño, sabedores de que cada vez más peregrinos completan andando la Variante Espiritual, ha llenado el recorrido de flechas amarillas que en muchos casos socorren a los caminantes ante la falta de información.

Aunque no siempre. En muchos puntos del recorrido hace falta imaginación, o tener el móvil con batería para consultar el recorrido en Internet. Porque no hay pistas que indiquen cual es la ruta adecuada. Ocurre, por ejemplo, al pasar Carril, cuando los peregrinos deben sortear la rotonda de entrada a la circunvalación siguiendo una carretera abandonada por la que impone cierto reparo adentrarse. De hecho no deben de ser muchos los caminantes que lo hacen. «Yo no he visto pasar ni al primero», dice un vecino de la zona. Nos habla bajo la señal que, al final de esta extraña vía, en el interior de un túnel, vuelve a indicarnos que estamos en el buen camino.

Quienes han llegado hasta aquí vuelven a tener ocasión de perderse, y de hecho muchos lo hacen. La ruta discurre por la carretera vieja de Bamio. Pero muchos de quienes han iniciado el recorrido acaban saliendo de Vilagarcía por la general, una vía de asfalto, tráfico intenso y arcenes inseguros. Y es que en el cruce de la estación de servicio de O Salgueiral, cuentan Josefa y Antonia, dos vecinas, «hai un sinal que lles di que teñen que coller por aquí, pero está medio caído e tapado». Tan torcido y tan tapado, en realidad, que ni sabiendo que está ahí se consigue ver. Una pequeña flecha pintada en el mástil de una señal indica la dirección adecuada. Pero no es fácil de ver, la verdad. Y aún así, cada vez son más los peregrinos que se ven caminar por Bamio, «coas mochilas, e moitos co chaleco amarelo», cuentas las vecinas. A veces llegan en tropel. Otras veces son caminantes solitarios, como Jurjen Middendorp, un holandés sonriente.