Un gran mural refleja la amistad de dos peixeiras de O Grove, setenta años después

leticia castro O GROVE / LA VOZ

O GROVE

MONICA IRAGO

Una fotografía antigua, en la que A Coxaina y A Venturiña transportaban pulpos recién mazados, es el germen del retrato trazado por el creador de las superabuelas, Yoseba MP

11 may 2023 . Actualizado a las 11:44 h.

Si hay algo que le guste a Yoseba Muruzábal es pintar superabuelas gallegas, que ya se sabe que todas tienen algún superpoder. Eso sí, a tamaño gigante y en las medianeras de los edificios. Una buena manera de acabar con el feísmo en pueblos y ciudades, rindiendo de paso un homenaje a la gente trabajadora. Quizás por ello aceptó el encargo realizado por el Concello de O Grove para dibujar en pleno cruce de la localidad a dos mujeres bravas: Maruja A Coxaina y Joaquina A Venturiña, a las que se puede contemplar portando varios ejemplares de pulpo hace ahora setenta años, cerca del restaurante O Crisol, en la Praza do Corgo, donde ambas coincidieron trabajando.

«Lembro que ese día chegou un señor cos polbos nunha cesta como un mundo, e señora Digna mandounos ir limpalos ao lavadoiro. Daquela no había neveiras, así que tiñamos que batelos ben e lavalos», recuerda Joaquina. Tenían catorce años, e iban a varios trabajos, como muchas mujeres de entonces, para poder ganar unas pesetas.

Quiso la casualidad que en aquel momento se cruzaran con Chalán, un conocido fotógrafo del pueblo que no dudó en retratarlas. De ahí salió esa instantánea, que hoy da pie a un mural pintado en una elegante paleta de grises sobre un soporte de uralita, un lienzo poco común para Yoseba MP, que prefiere las superficies lisas y tuvo que tirar de archivo para dibujar: «Al final no te implicas igual que cuando conoces a las protagonistas, aunque tengo que reconocer que con la Venturiña si hablé», relata.

El mural lleva su sello, más allá de ser fiel a la imagen que le vino dada, pues en lo alto, a modo de firma, sobrevuela un pulpo «que podría ser una nave», cuenta entre risas el artista, que siempre aporta a los trabajos su toque personal.

Lo cierto es que quien pasa por delante del diseño no puede evitar clavar los ojos en la pared. A Coxaina y A Venturiña forman parte de una generación de mujeres que multiplicaban su tiempo para hacer de todo, Maruja trabajó con Lores sacando mejillón, estuvo en la fábrica de Rons y, cuando podía, iba a limpiar chalés en A Toxa. Y, como todas las demás, también vendía collares; «Ata vendía o marisco que collía o meu home, non podías deixar nada atrás». Allí, junto al mural que las inmortaliza de por vida, recuerda Joaquina que sus pasos fueron parecidos: ir a la seca, vender collares y trabajar en la fábrica de Lores. Muchas veces salía de Peralto, donde vivía, para ir caminando hasta A Barrosa y coger la pesca de su padre y sus hermanos. Además, hacía extras como este de O Crisol que tan bien refleja el mural; «había que ir a todo, porque todo facía falta», se lamenta. Era una vida esclava que merece ser memorizada. Así que las dos están felices de que aquellos momentos queden grabados para siempre como un bonito recuerdo.

LETICIA CASTRO

La fotografía. La instantánea de Chalán, un conocido fotógrafo de entonces, permanece en el archivo del grupo Crónicas Mecas. Yoseba tardó algo más de una semana en retratar fielmente a estas dos mujeres, que portaban una cesta con pulpos recién sacudidos en el puerto, camino de O Crisol.