La pasión de Carliños Meco, un contable con un talento brillante para la fotografía

leticia castro O GROVE / LA VOZ

O GROVE

CEDIDA

El grovense fue nominado a los Goya celebrados el pasado fin de semana

08 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La de Carlos Manuel Otero es una de esas historias vocacionales que comienzan tarde. A este vecino de O Grove, de 53 años, muchos lo conocerán por dedicarse a ser contable y gestor, su única profesión hasta el año 2015, cuando decidió abrirse paso también en el mundo de la fotografía, una afición por la que comenzó a interesarse en el año 1988, cuando comenzaba la carrera de Económicas en Santiago. La culpable del salto profesional es de su mujer Begoña, historiadora del arte y museóloga, «que me deu o empurrón que me faltaba», dice.

Y es que ella supo vio que ese talento no podía desperdiciarse. Empezó a realizar algunas instantáneas por encargo, a experimentar y presentar las imágenes a certámenes nacionales e internacionales, y parece que Begoña tenía razón, pues entre sus múltiples nominaciones se encuentra un Bronce en la Tokyo International Foto Awards 2022 y una nominación a los Premios Goya de Fotografía y Vídeo 2023, celebrados el pasado fin de semana en Aragón.

Las fotografías son, de carácter artístico, con un estilo digamos que publicitario, que consiguen atrapar al espectador. Ambas, junto a otras de su colección, permanecen expuestas desde hace unos meses en la Tapería Afuego, en el centro de la localidad grovense.

Las luces y las sombras

Carliños Meco, así le llaman, juega con las luces y las sombras, y la profundidad de campo, con eso consigue unos resultados que sorprenden. «Detrás delas hai moito traballo tamén de edición, que é o que me leva máis tempo», dice. Todo lo aprendió de manera autodidacta, experimentando y realizando distintos talleres que le permitieron seguir acumulando conocimientos. «O que sei de composición, de revelado, de iluminación funo aprendendo aos poucos», comenta.

A pesar de haber tomado la decisión de dedicarse a ello de manera profesional, compaginándolo con su otro oficio, sabe que poder vivir exclusivamente de la fotografía no es fácil, «sobre todo porque non me gusta a reportaxe social, a BBC, bodas, bautizos y comuniones», argumenta. No tiene nada en contra de ello pero no le divierte «e tampouco me enche», asegura. Así que lo de buscar un estudio, de momento también lo descarta. «Cando teño encargos o que fago é alugar un local por un día para facer o traballo, que despois remato na casa», cuenta.

El caso es que su estilo funciona y tiene clientes repartidos por toda la geografía nacional. Es lo que tienen las distinciones, que también abren puertas y ayudan que el trabajo sea mucho más visible. «Pídenme moita imaxe para web, fotografía de produto, e tamén de decoración, que está moi demandada», explica. Pero a Carliños Meco nada se le impone, así que tanto fotografía una cuchara con unas canicas como un cuerpo desnudo, o realiza instantáneas de la vía láctea, que en su catálogo también hay astrofotografía.

La primera comunión

Quién sabe si la culpa la tuvo aquella Instamatic que sus padres le regalaron el día de la primera comunión la que despertó el talento. Pero el caso es que tampoco está tan lejos de algunos de sus referentes como el brasileño Sebastiao Salgado —«encántame o seu traballo», afirma—, y tampoco de Chema Madoz, al que le unen quizás esas fotografías que Carliños insiste en llamar calificar como «raritas».

Pertenece a varios colectivos del sector fotográfico como Asfogal o la Federación Española de Profesionales de la Imagen, donde una de sus instantáneas premiadas está en la colección de honor. Y tiene grandes ideas para este año que comienza, todas anotadas y bocetadas seguro en ese cuaderno rojo que le acompaña a todas partes, responsable de las pequeñas locuras, que luego con paciencia ejecuta. No ha querido desvelar cuáles son sus siguientes proyectos, pero habrá que estar atentos, pues los que vayan a concurso, seguro, darán que hablar.