Juan José Prieto: «Recibimos a medalla de ouro ao mérito civil polo servizo no Esperanza del Mar»

leticia castro O GROVE / LA VOZ

O GROVE

Martina Miser

La pasión de este meco siempre fue el buceo, una profesión a la que dedicó su vida

12 nov 2022 . Actualizado a las 04:49 h.

Se crio a doscientos metros del mar, en el entorno de Lordelo. Quizás por eso acudía cada mañana a revolver la arena e intentar capturar diminutos peces que luego soltaba. Lo recuerda como un buen entretenimiento, aunque lo que más le emocionaba de aquella época era ver llegar «o barco dos Lestóns ao peirao». Quien habla es Juan José Prieto ( O Grove, 1955), buzo jubilado que recorrió España entera trabajando donde más le gustaba, bajo el mar. Que se dedicase profesionalmente a ello seguramente no sea casualidad, ya que esa embarcación de la que habla era conocida como «o barco dos buzos», que venían desde la costa de Muros. No sabe muy bien por qué, pero cuando llegaban a puerto echaba a correr para verlos: «Sempre sentín moita atracción por eles», cuenta. Tendría unos ocho años.

Lo descubriría más tarde, cuando tuvo que ir a hacer el servicio militar, en aquel momento obligatorio. Ahí fue cuando descubrió su gran pasión que más tarde sería su medio de vida. «Fixen o curso de mergullador no Centro de Buceo da Armada». Lo destinaron a Ferrol, y luego volvió a casa. Estuvo dos años yendo a pescar antes de comenzar su periplo. En 1978 O Grove registró un gran temporal, y docenas de barcos y bateas fueron al fondo. Para recuperarlas vino un barco de Gijón y él ayudo a realizar las tareas. «Aí foi cando empecei a miña traxectoria, comecei a xuntarme con outros buzos, xente máis profesional que tamén me foi ensinando, porque no curso pouco máis que che ensinaban a respirar debaixo da auga».

Su mejor época la firmó en Canarias, adonde marchó en el 82. Embarcó en el buque hospital Esperanza del Mar, el primero de los buques asistenciales que perteneció al Instituto Oficial de la Marina. Realizaban apoyo a la flota española en el caladero sahariano: «Iamos cos médicos nas lanchas cando había problemas nos barcos que faenaban, liberabámolos cando as hélices quedaban enredadas nas redes, ese tipo de cousas», relata. Eran 29 tripulantes, «unha gran familia». Por aquel entonces había mucho movimiento del Frente Polisario, vieron como disparaban a varios barcos españoles: «Unha noite botaron nun deles unha bomba polo portillo e fixeron unha carnicería», recuerda. Corría el año 83. Acudieron a socorrerlos como tantas otras veces, «pero para min foi un impacto moi grande ver todos aqueles cadáveres», apunta. El trabajo a bordo les valió a la tripulación la medalla de oro laureada, un reconocimiento al mérito civil por los servicios prestados. «Desas medallas non hai moitas», señala Prieto. Fueron cinco años intensos, pasó momentos malos «pero volvería repetir cos ollos pechados», asegura hoy.

Puertos y bateas

El resto de su vida profesional, hasta que se jubiló con 58 años, hace ahora nueve, la pasó trabajando en obras hidráulicas o rescatando barcos y bateas que iban al fondo. En Rota ayudó a darle calado al puerto, como en muchos otros lugares, y en Gijón a la construcción del club náutico. Esos trabajos requerían de pericia: «Os fondos soen estar revoltos, e claro hai que ir apalpando». Pero no hace falta bajar a demasiada profundidad para tener problemas. «O peor inimigo é o exceso de confianza», remarca. De hecho, una de sus peores experiencias fue aquí, en casa: «Estabamos facendo labores de mantemento, e chupoume unha tubería». Se le acababa el oxígeno en la botella, pero consiguió zafarse.

Cuando él empezó en esto del buceo apenas había competencia, montó su propia empresa y enseñó a varios jóvenes, que hoy son expertos buceadores: «Sempre me sentín moi querido», señala. Ahora disfruta yendo de paseo al monte, «curiosamente», desvela, «non volvín ao mar».

Instruido al mismo tiempo que los primeros agentes del GEAS de la Guardia Civil

Resulta curioso que cuando Juan José Prieto se instruyó como buceador en la mili, en el año 1975 también lo hacía la Guardia Civil, que crearía el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas en el año 1981, y que se encarga principalmente de la búsqueda y rescate de personas y objetos en el medio acuático.

A Prieto no se le daba nada mal, ya se le veían maneras en aquellos inicios, así que los efectivos de la Benemérita que coincidieron con él le preguntaban qué haría cuando se licenciase: «Dicíanme que podía ir a Ávila a facer o curso de instrución e meterme no corpo, pero daquela o da Garda Civil metía respecto». Y a pesar de que lo animaron, declinó el ofrecimiento.

Quién sabe qué hubiera pasado de haber dado entonces otra respuesta. Juan José ya pensaba en volver a O Grove y trabajar allí, a pesar de que su experiencia hizo que se moviese por todo el territorio español. Asegura que nunca se arrepintió de aquello: «Foi unha anécdota ter empezado cando eles —los primeros agentes del GEAS— o fixeron a verdade». Y a pesar de no haber seguido sus pasos, ayudó en muchos rescates, incluso llegando a hacer de apoyo a los GEAS: «En Ons tivemos que ir rescatar a un rapaz que caeu do barco, son fondos moi bravos aqueles, lembro que fomos todos os ras da ría».

Así que el grovense sabe muy bien lo que es sumergirse e ir rastreando palmo a palmo: «Ao mar hai que terlle sempre respecto. O de rescatar cadáveres non é agradable». Lo dice porque no fue la única vez que hubo de participar en labores de ese tipo, algunas con más fortuna que otras: «En Bueu tireime ao mar con roupa e todo para sacar a un rapaciño que caeu no peirao. Quedou nun susto».