Desplome de precios y desconfianza en el primer día de la campaña de la centolla

Pablo Penedo Vázquez
Pablo Penedo O GROVE, CAMBADOS / LA VOZ

O GROVE

Los compradores evitan el acopio de producto ante la parálisis de la hostelería por las restricciones derivadas de la pandemia

09 nov 2020 . Actualizado a las 22:40 h.

Si las condiciones meteorológicas se mantienen en las próximas semanas la flota gallega de la centolla no tendrá problema para cubrir el cupo máximo permitido de capturas, por lo demás, de una excelente calidad visto lo visto ayer en las lonjas del país. Pero si las condiciones sanitarias no experimentan un giro de 180 grados, y no se reactiva la hostelería, el balance económico para el sector puede tornarse dramático. Esta es la lectura extraída de las subastas al término del primer día de la campaña de uno de los mariscos diferenciales en el calendario de la pesca gallega.

La lonja de O Grove, referencia en la centolla, despachó en el arranque de la campaña 3.422 kilos de la especie. La primera mía (puja) se vendía a 18 euros el kilo, cuando un año antes, con prácticamente el mismo volumen de producto a subasta, 3.400 kilos, la cotización se abría a 29,50 en la rula meca. Los últimos lotes se colocaban a 10,50 la hembra y 9 los de un macho, que había arrancado tan solo en 9,50, cuando la campaña del 2019 lo hacía con su valor multiplicado casi por dos, en 18 euros.

En la lonja de Cambados el producto osciló entre los 12,75 euros de salida, cuando un año atrás el punto de partida había sido de 18, y los 8, precio suelo fijado por la rula y que, una vez rebasado por debajo, paró la venta de parte de las capturas de centolla del primer día.

«A calidade é moi boa, e no Grove todos os mariñeiros dos 33 barcos que pesaron centolo volveron co tope cuberto de 35 quilos. Pero os compradores teñen medo de non vender o produto. Medo a non saber a quen venderllo», señalan desde la lonja grovense, que tuvo en la Cetárea Burela de la localidad homónima de A Mariña lucense al comprador de su primera mía.

En la misma línea se manifiesta Manuel Domínguez, gerente de la lonja de Cambados, tras la primera subasta de la campaña de la centolla: «A xente ten moitísimo medo. O comprador non quere almacenar ante a situación da hostalaría. Recordo de anos de ir a centola barata, pero non un ano de pouco interese en comprala».

Domínguez opina que ha sido un error «abrir tan cedo. Co do covid-19 como está, deberíase ter agardado un pouquiño máis, a ver como ían as cousas». De hecho, y aunque subraya la calidad del producto, «non agardo que en quince días isto vaia a mellor. O mercado é o que é, e o produto vai para onde vai», señala el gerente de la lonja cambadesa, en clara alusión a la restauración no solo gallega, sino de las grandes ciudades y mercados de España, empezando por Madrid, Barcelona y Euskadi.

Desde el barco: «Inda temos que dar un 'Dios nolo paghe'»

La cadena de valor de la centolla arranca en el mar. En los centenares de familias que cada año usan la campaña como vara de medir el grado de generosidad con el que podrán afrontar los gastos de sus economías domésticas. Y el panorama no pinta nada bien. «Pescouse bastante ben. O tempo acompañou para a pesca do centolo e a maioría dos barcos colleron o cupo. Cos prezos, en cambio, a primeira parada foi en 18, cando o ano pasado fora en 29,50», apunta Antonio Otero.

El patrón mayor de la Cofradía de O Grove habla en primera persona, con su barco, Chapeliño, faenando entre la flota meca de la centolla. Lo hace desde el realismo antes que la resignación, y con esa chispa de espíritu infatigable al desaliento de los hombres de mar de Arousa: «Tal e como están as circunstancias este ano, xa se contaba algo así cos prezos. Inda temos que dar un 'Dios nolo paghe'».

Preguntado por cómo ve la campaña que se abre por delante, Antonio Otero responde con franqueza que «esa contestación daríaa o 31 de decembro, cando remate a campaña», concretamente, el grueso de la misma, con la mayor parte de los ingresos concentrados en las ventas enfocadas hacia la Navidad. No obstante, «estando a restauración pechada, coido que imos sufrir moito», confiesa al hablar de las perspectivas que se presentan ante los marineros.

Así las cosas, el patrón mayor de la Cofradía de O Grove lanza un mensaje de aliento a los suyos, pidiendo la enésima muestra de resiliencia del sector: «Teremos que ir capeando o temporal. Nós temos que sacar agora forzas e ganas de traballar. Sabemos que as circunstancias están complicadas, pero para todo o mundo».