Un cura de O Grove organiza un funeral de desagravio para los difuntos tras los botellones en el cementerio

s. dorado / r.e. O GROVE / LA VOZ

O GROVE

Iglesia de San Vicente de O Grove
Iglesia de San Vicente de O Grove MARTINA MISER

«Cada fin de semana constituye una falta de respeto a la iglesia y a los difuntos», dice el párroco

25 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada domingo, cuando llega a la parroquia de San Vicente de O Grove para prepararlo todo para la misa, el párroco, Juan Ventura Martínez, se da de bruces con una realidad que no acaba de entender: la de quien hace daño por el simple hecho de hacerlo. En verano, cuando la península grovense se llena de bote en bote, las noches de los fines de semana se descontrolan en el entorno de la iglesia y el cementerio. Al principio, Ventura Martínez presentaba la correspondiente denuncia. Hace dos fines de semana, el tamaño de los daños ocasionados lo llevó a pedir no solo un incremento de la presencia policial, sino la colaboración vecinal para acabar con una práctica que deja vasos de plástico por doquier, que ensucia lápidas y nichos, que destroza los cristales de las sepulturas y alguna cruz de piedra o que arranca los aspersores. El desenfreno de una noche de botellón contra el que el cura quiere proteger «nuestro lugar de culto, el lugar de descanso de nuestros antepasados».

«Cada fin de semana constituye una falta de respeto a la iglesia y a los difuntos». Esos espacios religiosos, dice, no son los adecuados para «este tipo de actos». Pero el verano ha sido como ha sido. Y, por esa razón, se ha convocado para el próximo día 28, a las nueve de la noche, «un funeral por todos los difuntos de nuestra parroquia, en desagravio por los actos vandálicos sufridos en nuestro cementerio».

Este acto litúrgico es la forma que tiene el párroco de decir «basta». «Contra todo esto no nos queda otra cosa que rezar. Organizar una misa para pedir por los difuntos y por su descanso eterno, que se está viendo alterado», explica el cura de esta parroquia, en la que el número de vecinos crece de forma exponencial durante el verano.

El funeral promovido por el sacerdote de San Vicente constituye, según él mismo explicó ayer, «una reparación espiritual», por los actos cometidos durante las noches de sábado, además de una forma de hacer pública una reclamación que ha reiterado cientos de veces en los últimos meses: que cese el botellón en los recintos religiosos de la parroquia y, con él, los actos vandálicos que lo acompañan. Los últimos se registraron este mismo fin de semana.