Doce mujeres de San Vicente inician hoy un curso para aprender algunos secretos de un oficio tradicional de O Grove
06 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Hace falta mucho arrojo para mirarse a los ojos, reconocer lo que está mal en nuestra vida, y darle un cambio radical. Montse Betanzos lo hizo hace años, cuando decidió despedirse de un trabajo tan seguro como poco estimulante, y lanzarse a revalorizar un oficio, el de collareira, que había aprendido en su casa, al amor de su madre. Montse no solo se convirtió en collareira a tiempo completo, sino que logró que su oficio, tan característico de O Grove, fuese reconocido con una carta de artesanía. Como no es de las que se acomoda, siguió abriendo horizontes, tejiendo alianzas con otros artesanos y diseñadores, y llevando el arte de las conchas a varias capitales europeas.
Pero además de darle proyección universal a una artesanía con sello de O Grove, llegando incluso a EE.UU., Montse Betanzos parece haberse propuesto divulgar su oficio entre los vecinos de esta localidad. De ahí el taller que hoy, y el próximo sábado, ofrecerá a una docena de mujeres de la asociación A Lagoa, de San Vicente. Es el tercer año que lo hace. Algunas de sus alumnas son viejas conocidas de las sesiones anteriores. Otras, será la primera vez que se pongan «a enfiar cunchas». Y eso es algo que a Montse Betanzos le causa una cierta sorpresa. «No Grove, antes, iso aprendíase a facer na casa. Agora está visto que non», dice. Y sus palabras tienen algo de lamento, porque en el oficio de collareiras, de momento, «relevo xeracional non hai». Es más: se corre el riesgo cierto de perder incluso la memoria de esta artesanía. «Moitas veces vou a dar charlas aos colexios, e miña primeira pregunta que lle fago aos rapaces é se saben o que é unha colareira. E, de entrada, ningún sabe».
Afortunadamente ahí está Montse Betanzos, dispuesta a contárselo con detalle, a mantener viva la llama de un oficio que se hizo famoso en A Toxa y que también en A Toxa acabó a punto de perecer desfigurado.
La collareira artesana está dispuesta, también, a compartir los secretos de su arte con todas las personas que deseen aprender. Esa ansia por transmitir sus conocimientos, y por cumplir su compromiso anual con A Lagoa, es la que ha llevado a esta grovense a no rendirse ni ante el covid-19. El curso que hoy arranca -cinco horas hoy, otras cinco el próximo sábado- solía tener como escenario algún local público de la localidad. Pero el coronavirus los ha cerrado todos, y el curso parecía condenado a la cancelación. «Pero eu teño espazo bastante na casa», explica Betanzos, que ha aprovechado los materiales de los puestos de las ferias a las que acude para montar un aula clara, diáfana y sumamente acogedora. En ella, sus doce alumnas podrán trabajar con todas las comodidades y, como es fundamental en estos momentos, guardando las distancias de seguridad. Sobre los bancos de trabajo blancos, se desparramarán conchas de colores que aprenderán a hilar. Y con ellas se fabricarán sus propias joyas: collares, pendientes, anillos...
Montse disfruta con estas sesiones. Le gusta compartir sus secretos. «Durante o inverno, cando estamos traballando no taller, as veces veñen persoas a pasar a tarde con nós e aproveitan para facer algunha cousiña», relata. Para ella, esas visitas son un halago, uno de los mejores reconocimientos al esfuerzo que ella y su madre han hecho por dignificar un oficio que antes era denostado. «Hai anos, unha persoa do Grove non compraba nada feito con cunchas. Agora, as veciñas veñen comprar ao noso taller. Iso é o maior dos premios».