Visitas contra reloj en el cementerio de O Grove

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido O GROVE / LA VOZ

O GROVE

Mónica Irago

La entrada y salida se regula a golpe de campana: cada veinte minutos toca cambio de turno

13 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

A las doce de la mañana, una veintena de personas -mujeres en su práctica totalidad- aguardan pacientemente a la entrada del cementerio de O Grove. La puerta principal de acceso está cerrada, pero dentro parece haber actividad. Y la hay. Cuarenta personas, las del anterior turno, se afanan en adecentar los nichos y panteones de sus amigos y familiares. En las tierras mecas, las visitas al camposanto son contra el reloj. Solamente pueden entrar cuarenta personas de cada vez y durante veinte minutos.

Para algunos, el tiempo es suficiente. Otros tienen que entrar y salir porque no les ha llegado. Una mujer confiesa que ella ya entró cuatro veces, «pero é o que teño que facer en toda a mañá». Si alguien necesita salir durante su turno luego deberá volver a hacer cola. Quienes esperan lo llevan con resignación. Algunas mujeres van contando a quienes van saliendo con ese acento meco tan cantarín: «Trese, catorse...»

Han pasado los veinte minutos. Suena la campana y las personas que estaban dentro del cementerio recogen sus bártulos y forman otra cola, pero por dentro, para salir. Cuando están todos, se abre el portalón y empiezan a abandonar el cementerio.

Llega el turno de los que estaban aguardando. Van entrando y el funcionario les arenga para que no formen corrillos. «Cando toca a campá tedes que saír. Gardade a distancia de seguridades nas fontes. Poñede a máscara», les dice. El hombre ha tenido una mañana movida con ese abre-cierra y, claro está, alguna que otra discusión. Paciencia y cintura demuestra tener para evitar que se le rebelen las masas. «Levo sen facer outra cousa en toda a mañá», dice. Y aventura que las colas no menguarán, más bien todo lo contrario.