Las sillas de ruedas, condenadas a quedarse a pie de pista

Bea Costa
bea costa VILAGARCÍA / LA VOZ

O GROVE

MARTINA MISER

Solo dos pabellones, en Vilanova y O Grove, disponen de un ascensor para acceder al graderío

23 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La accesibilidad es todavía una asignatura pendiente en muchos locales públicos, especialmente en los más antiguos. Los concellos tratan de reparar estas carencias, pero eliminar las barreras arquitectónicas no siempre resulta fácil, especialmente cuando se trata de edificios de varias alturas. Las rampas son una solución barata y fácil en los de planta baja, pero el problema se complica cuando se trata de salvar un desnivel grande. En esos casos, la solución pasa por la instalación de ascensores que requieren de un desembolso de cinco dígitos y de soluciones arquitectónicas, en ocasiones, complejas.

Los últimos ascensores que se han instalado en espacios públicos están en O Grove y en Vilanova. En la casa de la cultura Manuel Lueiro Rey las personas con movilidad reducida por fin pueden puedan acceder a la biblioteca sin escollos y en Vilanova acaban de hacer lo propio en el pabellón multiusos. A partir de ahora, las personas en sillas de ruedas y los carritos de bebé no tendrán necesidad de quedarse en el pasillo inferior para poder ver el partido de turno. Podrán verlo desde arriba y, además, disponen de una plataforma acristalada para instalarse cómodamente.

El alcalde vilanovés, Gonzalo Durán, presume de que es el primer pabellón de deportes de la comarca en disponer de este servicio, pero no es así; en O Grove se han adelantado a propósito de la construcción del nuevo pabellón de Monte da Vila.

Donde siguen esperando es en Cambados. La alcaldesa Fátima Abal echa de menos una mayor implicación de la Xunta a la hora de dotar de ascensor el pabellón de O Pombal, lo cual le ha valido algún reproche de Gonzalo Durán. «Es muy fácil darle a la lengua. Si Cambados quiere un ascensor, lo único que tiene que hacer es gastar 20.000 euros», indicó.

Se refiere el regidor a los 18.000 euros que puso sobre la mesa el Concello vilanovés para la obra del multiusos, cantidad que se sumó a una subvención de 20.000 euros aportada por la Secretaría xeral para o Deporte.

Donde tampoco hay ascensor es en el pabellón de Fontecarmoa (Vilagarcía), aunque, como en Cambados, esto no impide que las personas con movilidad reducida puedan ver los partidos. En el llamado Fontecarmoa 1 facilita las cosas el hecho de que el graderío principal está a nivel de la calle y en el edificio hay una rampa para acceder a pie de pista; en el pabellón 2 las cosas se complican si uno se desplaza en silla de ruedas.

Carencias en los consistorios

Los problemas de accesibilidad no se ciñen al mundo del deporte, ni mucho menos. En pleno 2020 todavía hay consistorios sin ascensor, caso de los de Vilanova y Ribadumia, y, aunque los servicios públicos se van dotando de poco a poco de esta logística, quedan muchas lagunas. Casas de cultura como las de Bamio o Trabanca Badiña en Vilagarcía o las de Dena y Meaño disponen de ascensor, pero hay otros edificios municipales como el de Rúa Nova en Cambados o el situado en la calle Agustín Romero de Vilagarcía -sede del Servizo Municipal de Emerxencias y de la escuela taller- en los que solo hay escaleras. En este último caso ya no será por mucho tiempo dado que Ravella tiene presupuestada la instalación de un ascensor. Mientras, el de la biblioteca municipal Rosalía de Castro sigue a la espera de ser reparado. En otros casos, la eliminación de barreras arquitectónica ni siquiera es cuestión de dinero. Valga el ejemplo de las ruinas y cementerio de Santa Mariña en Cambados, donde las restricciones impuestas Patrimonio impiden, incluso, construir una rampa a la entrada del monumento A veces basta con un poco de ingenio y de voluntad política para facilitarle la vida a las personas con discapacidad física, tal y como se demostró con la instalaron de plataformas especiales en los conciertos del Albariño o en la fiesta de las uvas de Vilagarcía.

Problemas en las taquillas, los aseos y a la hora de aparcar

Los colectivos que agrupan a personas con problemas de movilidad son muy conscientes de las carencias en materia de accesibilidad que presentan las instalaciones deportivas. Normalmente se buscan soluciones para que nadie, aunque se desplace en silla de ruedas, se quede en la puerta, bien recurriendo a un brazo amigo o entrando por la parte de atrás. Pero hay otras barreras que salvar. Muchas taquillas son demasiado altas y están a la vuelta de un escalón, faltan plazas de aparcamiento para minusválidos y, una vez dentro del pabellón, los baños no siempre están adaptados a sus necesidades. Los afectados reclaman soluciones que, en su opinión, ya están tardando demasiado. «É das cousas que me entristecen, que a día de hoxe sigamos falando destes temas. Non hai vontade política para avanzar neste tema, porque normativa si que hai de sobra», según indica Anxo Queiruga, el presidente de la confederación gallega de personas con minusvalía (Gogami) y ahora, también, responsable de la confederación estatal que agrupa a este colectivo.

 «Non é aceptable»

Desde Cogami tratan de hacer pedagogía e invitan a la administración a tomar medidas para reparar las carencias que existen en las infraestructuras deportivas, como se hizo en el caso del pabellón del Sar en Santiago, pero la respuesta sigue siendo insuficiente, incluso cuando se abordan obras de nueva construcción. «Non é aceptable que pasen estas cousas no século XXI. Hai que facer instalacións públicas pensando en espazos baseados no concepto da accesibilidade universal. Os poderes políticos teñen que tomar este tema dunha maneira seria e rigorosa».

Y respecto a los edificios antiguos, que son los que plantean más inconvenientes, Anxo Queiruga opina que tampoco hay excusa en estos casos. «Seguro que nos pavillóns municipais fanse e fixéronse obras e reparacións nas que se puido ter en conta a accesibilidade».