Las plantas invasoras resisten en espacios sensibles de la costa

Marcos Gago Otero
m. gago SANXENXO / LA VOZ

O GROVE

MARTINA MISER

Los programas de erradicación de hierba de la Pampa y de uña de gato en Sanxenxo no evitan su expansión en zonas protegidas

02 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

A la entrada de la playa de Major, en la parroquia sanxenxina de Noalla, varios carteles, hasta en tres idiomas, advierten a los visitantes. «Te encuentras en un espacio natural protegido Red Natura 2000. Cumple la normativa». Entre otras instrucciones, se insiste en que no se traigan perros a estas playas sensibles desde el punto de vista ecológico y que se respeten los ecosistemas dunares y acuáticos. La razón es evidente. Este tramo de la costa pontevedresa, que va desde prácticamente Portonovo hasta la península de O Grove preserva hábitats especiales, con una gran biodiversidad, tanto en plantas como en fauna, y que merecen ser conservados.

Una colonización sin freno

Cumplamos los particulares nuestra parte, y hagan las Administraciones públicas la suya. La proliferación de dos especies vegetales invasoras puede hacer que, en unos años, lo único que quede de sensible en estos ecosistemas sean precisamente eso, los carteles. La hierba de la Pampa (Cortaderia selloana) y la uña de gato (Carpobrotus edulis) se expanden sin freno por lugares tan emblemáticos como Paxariñas, Montalvo, Major y A Lanzada, por citar solo unos ejemplos. Los programas impulsados para su erradicación parece que no están teniendo mucho éxito. Los plumeros pampeños lucen por dunas y accesos a las playas, con una profusión que asombra. En algunos lugares, los vecinos recortan esta planta, pero no son capaces de arrancar sus profundas raíces y es solo cuestión de tiempo que la planta rebrote y empiece a reproducirse.

De adorno a pesadilla

Traída a España como adorno para las medianeras de las autopistas, se ha convertido en una pesadilla para los ecologistas y los biólogos. Está empezando a ser tan frecuente en la costa sanxenxina como los carballos en una carballeira o los rosales en un rosal. Y su presencia, expulsa otras plantas autóctonas, muchas de ellas raras, que retroceden geográficamente.

El problema de la Cortaderia se reproduce con exactitud casi matemática en el caso de la uña de gato. Coloniza espacios tan relevantes, desde el punto turístico, por ejemplo, como la punta de Paxariñas, donde es omnipresente. Si uno pasa por el acceso renovado a la playa de Areas Gordas, la uña de gato saludará al transeúnte a ambos lados del camino. Y en la Illa do Outeiriño, situada justo en frente, la uña de gato ha desplazado incluso a la pertinaz zarza. Brotes verdes avisan del fracaso de la campaña de erradicación realizada hace unos meses en este islote.

La proliferación puede provocar que de los ecosistemas solo queden en unos años los carteles