Un espectacular paseo en el que los vándalos dejaron su huella

Maruxa Alfonso Laya
m. alfonso O GROVE / LA VOZ

O GROVE

MARUXA ALFONSO

Este espacio se encontraría en perfecto estado, si no fuera por las esculturas dañadas

19 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Poco a poco, Moreiras se ha convertido en uno de los grandes atractivos turísticos de O Grove. No solo porque en esa zona se ubica el museo de la salazón, sino también porque a su alrededor se ha construido un espectacular paseo que a diario recibe a vecinos y visitantes. Es una senda que transcurre al lado del mar entre la playa de As Pipas y la de Lavaxeira, al otro lado de la ensenada. Pero es, sobre todo, una zona donde se respira tranquilidad, donde el silencio solo lo rompe algún que otro barco que faena en el puerto de Meloxo. En general, el recinto se encuentra en perfecto estado. Salvo por alguna que otra actuación vandálica que recuerda que no todos somos capaces de cuidar el patrimonio. Sus principales víctimas son las esculturas elaboradas por la Escola de Canteiros. Algunas han desaparecido ya, otras tienen pintadas o, directamente, han perdido la cabeza.

Partiendo del museo la senda se bifurca en dos direcciones. La primera, hacia la izquierda, se dirige a la playa de As Pipas. El paseo es de tierra y, a ambos lados, se han colocado esculturas relacionadas con motivos marinos. Hay un faro, gaviotas y patos, mujeres tejiendo redes y la gran cola de una ballena. Eso, además de varios niños que, desde hace unas semanas, no tienen cabeza. Es el resultado del último acto vandálico que ha sufrido este entorno y que ha dejado, además, algunas pintadas en estas piezas. Pero no son las únicas que están dañadas, pues hace ya tiempo que hay un pato sin cabeza. Si seguimos adelante, las pintadas vuelven a hacer su aparición aunque, en este caso, en uno de los cierres de una de las fincas que da al paseo. Hay también un mirador cuyo estado no es el mejor porque la madera con la que está construido se encuentra muy deteriorada.

Es esta la zona en la que se concentran todos los desperfectos causados por los vándalos. Quizás porque es también la que está más apartada. Ayuda a ello, sin duda, el hecho de que no haya iluminación. Pero este es un mal que afecta a buena parte del paseo de Moreiras. Las farolas se limitan al entorno del museo y no hay ni rastro de luminarias en los alrededores. De hecho, el Partido Galeguista Demócrata ha solicitado al Concello que solvente este problema, pues cada vez son más los vecinos que van a pasear por este entorno a última hora de la tarde.

Una pasarela sobre el mar

Del museo hacia la derecha la senda es también de tierra. Se adentra en el interior de la ensenada hasta llegar a una pasarela de madera y metal que permite cruzar sobre el agua. Esta se encuentra en perfecto estado y se convierte en un mirador sobre el que merece la pena detenerse un tiempo para contemplar las vistas. Termina en la playa de Lavaxeira, donde el caminante puede decidir continuar el paseo hasta Porto Meloxo. Claro que ahora las vistas ya no son tan espectaculares y los alrededores están salpicados de talleres y otras factorías que no contribuyen a embellecer el paisaje.