«Señor agente: hay unos patitos que creo que no saben nadar muy bien»

Maruxa Alfonso Laya
m. alfonso VILAGARCÍA / LA VOZ

O GROVE

MARTINA MISER

Los cuerpos de seguridad de la comarca reciben un sinfín de llamadas ante las que poco pueden hacer

31 ago 2018 . Actualizado a las 07:45 h.

¿En qué situación optaría usted por llamar a la Policía Local o a los servicios de emergencias? Está claro que ante un accidente de tráfico o un incendio. Pero ¿qué sucede si se encuentra por la calle un pajarito caído del nido? ¿O si está tranquilamente en la playa y de repente ve pasar a unos delfines nadando y saltando? Pues hay quien considera que también en esos casos hay que recurrir a los servicios de emergencias. Estos reciben casi a diario un sinfín de llamadas ante las que poco o nada pueden hacer. Como la de una persona que dio aviso a los agentes de O Grove de que en A Lanzada había una mamá pato nadando con sus patitos y que estos parecían tener dificultades. «Le dijimos que los patitos, por instinto, sabían nadar», cuentan los agentes.

Con la llegada del verano la población de muchos municipios arousanos se duplica y, con ella, la presión que se ejerce sobre los servicios de emergencias de las diferentes localidades. «Nosotros atendemos una media de entre 60 y 90 llamadas por turno», explican en O Grove. Muchas, son de turistas que desconocen la realidad de la zona o no saben cómo actuar ante determinadas situaciones. Y recurren a la Policía Local. «Este fin de semana nos llamaron para decirnos que en As Pipas había tres delfines nadando con normalidad», cuentan los agentes, que todavía ignoran qué pretendía el autor del aviso.

No se libran de este tipo de llamadas sus compañeros del grupo de emergencias. «Recibimos moitos avisos de que están avistando baleas que, en realidade, son rocas sobre as que rompe o mar», aseguran sus responsables. Son expertos también en falsas alarmas, «como cando nos chaman porque hai un incendio e, ao chegar, vemos un mundo de fume. Ao dar a volta ao edificio vemos que ven dunha saída dun tubo de condensación», añaden. Se acuerdan también de aquel joven que llamó para pedir ayuda porque sus amigos le habían dejado los zapatos colgando de un cable de la luz.

El señor que comía patos

En Vilagarcía, la Policía todavía recuerda el sinfín de llamadas que provocó en su día el cañón de luz de una conocida discoteca, porque la gente veía luces en el cielo. Y cuenta también como un día tuvieron que ir al río de O Con porque los vecinos habían llamado alertando de que un señor estaba persiguiendo a los patos. Era cierto, el hombre aspiraba a comérselos. Acudieron, además, a una calle en la que había un hombre gritando, que resultó que se le estaba declarando a su pareja. Y a otro que también montaba escándalo, aunque en este caso era porque estaba hablando con el semáforo. Más comedidas son las llamadas que reciben sus compañeros de Cambados. «La mayoría son relacionadas con animales. Nos tiene aparecido aquí gente con una caja de zapatos y varias crías de pájaro. ¡Qué vas a hacer! Llamar al centro que se ocupa de atenderlos», cuentan. Quizás allí también puedan ayudar a los patitos que no sabían nadar de A Lanzada. O a los delfines que, tranquilamente, se paseaban por As Pipas.