Sorpresas arrastradas por las olas: cetáceos, objetos raros y basura

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

O GROVE

ANTONIO DANDÍN

Suelo prehistórico en Mourisca y piezas de defensa de barcos que llevaban décadas en el agua fueron la novedad de este año

06 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Una visita a cualquier arenal de la ría de Pontevedra, especialmente a aquellos más expuestos al mar abierto o a las fuertes corrientes internas de la ría, ofrece en estas semanas de sucesivos temporales, un amplio abanico de sorpresas. Las olas traen de todo a las playas, una vez que el mar de fondo ha removido las entrañas del suelo marino, y secretos celosamente guardados durante milenios pueden quedar a la vista con el solo golpe de una ola.

El caso más llamativo de este año lo encontramos en la playa de Mourisca, en Bueu, donde sin previo aviso empezaron a aparecer bloques, a modo de terrones de fango y color negruzco, dispersos por aquí y allá en la playa. Su hallazgo despertó todo tipo de especulaciones hasta que finalmente los técnicos de la Consellería de Patrimonio pudieron dilucidar el misterio. Estos bloques de sustancia pastosa resultaron ser pequeños fragmentos de un suelo prehistórico, arrancados del fondo marino de la ría por las fuertes corrientes y empujados hasta la orilla.

Científicos de la Universidade da Coruña certificaron que se trata de fragmentos de un suelo que hace milenios estuvo bajo la luz del sol, cuando las rías aún no habían sido inundadas por el mar y un enorme bosque se extendía por la superficie que ahora cubren las aguas del Atlántico.

Otro factor diferencial de este invierno ha sido el reguero de extraños fardos de color blanco que el mar depositó, aleatoriamente en A Lanzada, tanto en su parte meca como en la sanxenxina, en Major y en Pragueira. Algunos de ellos llevaban tanto tiempo en el mar que sobre estos lotes creían mejillones y otros crustáceos. La investigación de la Guardia Civil dio la clave al misterio. Se trata de piezas de antiguas defensas de embarcaciones. Nadie sabe de dónde proceden, pero podrían llevar décadas bajo el agua.

Los más habituales

Otros hallazgos en las playas son más habituales. Todos los años llegan ejemplares de distintas clases de delfines. Los más frecuentes son los arroaces, la especie más común de pequeños cetáceos. Sin embargo, esta semana en la playa de Bascuas, en Sanxenxo, apareció un ejemplar de otra especie, el delfín listado. Según explicó el portavoz de Cemma, Alfredo López, se trata de una hembra, muy delgada y que pudo morir varada en la orilla a dónde se habría acercado al no tener fuerzas para resistir el oleaje. En Major se encontró el miércoles un arroaz, aunque el cetáceo más espectacular detectado este año en la comarca fue un cachalote, en avanzado estado de descomposición, que el mar dejó en la parte meca de A Lanzada, y que finalmente tuvo que retirar el Ayuntamiento de O Grove.

Por lo demás, el mar sigue dejando otros objetos más habituales, mucha basura, troncos, ramas, hojas y hasta artes prohibidas, como los conocidos como cacharros portugueses, vedados en España por su desastrosos efectos sobre la viabilidad de la población de pulpo.