Vilagarcía intentará poner coto a la procesionaria en O Castriño

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

O GROVE

MONICA IRAGO

Ravella contactó con Areeiro tras la alarma de quienes pasean sus perros por el parque

25 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La procesionaria no es una especie nueva en el parque de O Castriño, en Vilagarcía. A estas alturas del año, encontrarse con las hileras que forman estas orugas es habitual allí donde hay pinos y otras especies arbóreas de las que cuelgan los bolsones de los que nacen. Así lo señala Rosa Pérez Otero desde la Estación Fitopatolóxica de Areeiro. Ella fue la técnica de este centro que ayer atendió la demanda de información lanzada desde Vilagarcía sobre qué se puede hacer para intentar controlar la presencia de la procesionaria en un parque muy frecuentado por quienes salen a pasear con sus perros.

La lucha contra la procesionaria se puede articular de varias formas, en varios momentos de su ciclo vital. En los meses de julio, agosto y septiembre, aparecen las mariposas. A partir de ahí, forman unas crisálidas, llamadas bolsones, que cuelgan de los árboles y de las que, en diciembre, empiezan a bajar las procesiones de orugas que han dado nombre a esta especie. «Lo normal es que en enero haya procesionarias. Pero este año y el pasado, debido a las condiciones climáticas que hemos tenido, han llegado antes de lo normal, ya a principios del mes de diciembre», explica la técnica de Areeiro.

Un buen momento para intentar controlar a esta especie es cuando está en pleno proceso de transformación. Entonces se puede proceder a «eliminar los bolsones de forma mecánica». Esa operación, explican desde Areeiro, debe hacerse con extrema precaución, porque los pelos de estas orugas, que se sueltan cuando el animal se asusta, pueden causar mucho daño «incluso sin necesidad de tocarla». Los bolsones, acto seguido, deben ser quemados.

Otra opción es colocar barreras en los árboles: una suerte de conos invertidos que se ciñen al tronco del árbol. «Las orugas, cuando bajan, quedan atrapadas en esa barrera», donde luego deben ser rociadas con un insecticida que las elimine.

Esas alternativas ya están sobre la mesa del departamento de Medio Ambiente del Concello de Vilagarcía, dirigido por Lino Mouriño. A partir de ahora toca evaluar cuál es la solución que más se adapta a las necesidades del municipio y estudiar, también, cuánto cuesta ponerlas en marcha y si es viable hacerlo. Mientras tanto, no queda más remedio que extremar las precauciones cuando se salga a pasear por zonas arboladas.

Trampas para mariposas, un cañón insecticida y pájaros, la estrategia grovense

El Concello de O Grove ha convertido el monte central de A Toxa en un pequeño paraíso del que puede disfrutar todo el mundo. Un precioso parque infantil y una cancha de juegos para perros hacen que este espacio se convierta en destino de muchas familias con niños y de propietarios de canes que quieren darles la oportunidad de ejercitarse. Quizás por esa razón, el Concello de O Grove emprendió hace años una campaña para eliminar la presencia de procesionaria en ese espacio, lo que ha llevado al Ayuntamiento a adoptar un protocolo que se cumple puntualmente cada año.

Según explican desde el departamento de Medio Ambiente que dirige Ángeles Domínguez, se hacen trampeos para coger las mariposas. «Entre setembro e novembro utilizamos un cañón de insecticida para dar un tratamento e acabar cos bolsóns». Hace unos años, además, se instalaron «caixiñas niño para que o carbonero común aniñe aquí; é un método biolóxico para o control da procesionaria, porque estes paxaros son depredadores», explicaban ayer desde el Concello grovense.

«Fue increíble la velocidad a la que empeoraba»

El parque doble de O Castriño-Castro Alobre es uno de los lugares favoritos para sacar a pasear a los más de cinco mil perros censados en Vilagarcía. Ayer, en ese recinto encontramos a Félix y Ana, los propietarios de Bruma, una hermosa terranova que escucha nuestra conversación tranquilamente echada en el suelo. Sus dueños saben que deben estar bien atentos a los movimientos de su mascota: cuando era un cachorro, Bruma ya tuvo un desagradable encontronazo con la procesionaria. Fue, también, en O Castriño. «Estábamos dando un paseo y tropezamos con ella. No tardé nada en darme cuenta de que le habían picado», relata Félix. No lo dudó ni un segundo, y llamó al veterinario para avisarle de que iban para allá. «Fue increíble la velocidad a la que empeoraba. Antes de llegar a la altura del parque de bomberos, tenía la lengua hinchada y ya empezaba a babarse», recuerda. Afortunadamente, la rapidez con la que actuó permitió que todo se quedase en un buen susto. Ahora, cuando salen a pasear, está especialmente atento. «No creo que sea fácil encontrar una solución a ese problema», dice.

Fuera del parque, en Vista Alegre, tropezamos con Evaristo Estévez. Heredó a su perra, Dora, de sus nietas. «La encontraron abandonada y la adoptaron; pero luego se tuvieron que marchar y me la dejaron a mí». Se han hecho buenos amigos, y por eso Evaristo reconoce estar preocupado por la procesionaria. «La hay en el Castriño, pero también me dijeron que la había en A Xunqueira y en el pinar de la playa. Hay que estar muy pendiente, porque puede hacer mucho daño al animal», dice Evaristo. Otra cosa no puede hacer. «En casa no la puedo dejar metida», señala. Así que toca pasear con los ojos bien abiertos para detectar, cuanto antes, las peligrosas procesiones.

Opinión del Equipo de la Clínica Veterinaria San Miguel

«Celeridad ante una urgencia»

Las orugas de procesionaria están cubiertas de pelos urticantes que pueden provocar irritaciones y ocasionar intensas reacciones alérgicas tanto en humanos como en nuestras mascotas, siendo los perros los más afectados. El gato también puede ser víctima, pero al tener un carácter más calculador y selectivo, lo es en un menor porcentaje. El pelo urticante de la oruga se clava primero en la piel, actuando como un arpón que contiene una ampolla de tóxico que provoca la liberación de histamina y la reacción alérgica del perro.

Los síntomas más característicos son excitación, hipersalivación, dolor agudo, prurito facial, inflamación edematosa de labios, lengua e incluso de la cabeza en general. Si ha habido contacto, la evolución normal, es que la zona afectada de esta se necrose (se muera el tejido), cambiando de color, y lo más normal es que termine cayéndose el trozo donde ha habido contacto directo. La situación puede resultar más grave, ya que en ocasiones puede verse afectada la laringe, faringe e incluso el estómago, cuando el perro ingiere la oruga o el nido. En estos casos se dificulta de forma comprometida la respiración del animal y la deglución. Se debe instaurar el tratamiento lo antes posible, es una urgencia.

Cómo reaccionar

La primera medida, antes de acudir al veterinario incluso, es lavar muy bien la zona afectada con agua caliente, ya que el calor destruye la toxina. Otras alternativas son el vinagre o el jabón. Nunca se debe frotar la parte lesionada, ya que así romperemos los pelos dañados diseminando más aún la toxina. Ya en el veterinario y una vez que el facultativo diagnostique la gravedad del caso, lo tratará en la mayoría de los circunstancias con corticoides, antihistamínicos, antibióticos y analgésicos.

La celeridad con la que se actúe es fundamental. Por ello es primordial que los propietarios estén atentos.