Los deliciosos «trastos» de las bibliotecas

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

O GROVE

En salas públicas en las que hay libros electrónicos se guardan también cintas de vídeo Beta y VHF o viejos casetes

05 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La tecnología, con su frenético avance, deja grandes muertos por el camino. En muchas casas, por ejemplo, todavía ocupan espacio viejas cintas VHS que ya nunca se verán porque el vídeo que durante años reinaba en el mueble del salón se jubiló para dejarle paso al lector de deuvedé. ¿Qué sucede en las bibliotecas públicas con ese material pagado con fondos públicos, con esa tecnología en desuso? Basta con darse un paseo por las distintas salas de lectura de la comarca para comprobar que, en buena parte de los casos, ese material para nostálgicos sigue catalogado pese a que nadie suele demandarlo, conviviendo sin pelearse con quienes le sacaron el sitio, como los deuvedé, los cedés o los libros digitales. Dice la directora de la biblioteca pública de Pontevedra, Pilar Fernández «que siempre puede aparecer una persona que solicite cosas ya en desuso. Así que lo mejor es que convivan todos los formatos y listo».

Empezamos, precisamente, revisando el baúl de los recuerdos tecnológicos de la biblioteca pontevedresa. En estas dependencias conviven los libros electrónicos con todo un recital del ayer. Los primeros, los e-books, están a mano, aunque en la sala reconocen que mucho no se solicitan. El material en desuso, por sentido común, se guarda en depósito, es decir, en una especie de almacén, pero continúa en catálogo y si alguien lo pide enseguida se buscan llaves, se abren distintas puertas y ahí aparece algo de todo. Hay estanterías enteras repletas de cintas de vídeo VHF y Beta. También saludan desde otros estantes casetes por doquier. Llama la atención una colección entera que hay con un recopilatorio de música gallega, con tipografía morada y carcasa blanca. Ahí están, atrapando polvo y esperando a que algún nostálgico se acuerde de las emblemáticas cintas, el Xirarei de Xil Ríos o alguna mítica pieza de verbena de la inmortal Ana Kiro.

Vinilos o diapositivas completan la estantería de viejas glorias. Incluso hay una especie de cedés gigantescos. Pilar Fernández cuenta qué son estos últimos discos: «Estos son los Laserdisc o Ld, un formato previo al cedé que no llegó a tener éxito comercial. Y aquí están igualmente». La directora de la biblioteca narra una anécdota relacionada con todo este material: «Nos sucedió alguna vez que alguna persona joven ve que tenemos una película en catálogo y nos la pide y resulta que se trata de un filme en Beta... Le tenemos que explicar qué es Beta porque, claro, los jóvenes ya no se acuerdan».

Las microfichas

Viajamos a Vilagarcía. En la biblioteca pública no hay películas en formatos en desuso. Cuando se empezaron a comprar los deuvedé ya estaban en boga. Pero sí tienen microfichas o diapositivas, que prácticamente tampoco se prestan nunca. Lo cuenta la directora, Mercedes Castro: «

Sí que nos queda algún material de ese antigo, coma vinilos por exemplo, que parece que se volven a poñer de moda pero polo de agora non nolos piden»

. Añade Castro que algún documento que tenían con formato obsoleto, como un documental que hace referencia a Vilagarcía, lo pasaron a deuvedé. En A Illa de Arousa, desde la biblioteca llegan a decir que algunos usuarios miran las pocas cintas VHF que les quedan

«case como se foran pezas de museo»

. Y que el material tecnológico caduco que poseen forma parte de una especie de hemeroteca entrañable.

En otras bibliotecas, como las de Marín o Caldas, todos esos contenidos sin apenas uso fueron pasando a mejor vida por una cuestión fundamental: ocupan un espacio necesario para otras cosas. Desde la sala de lecturas caldense indican que hay unos criterios de purga que hay que aplicar. «Está claro que non se vai eliminar El Quijote das estanterías porque non se lea, pero hai outras cousas que si se retiran». Mientras, desde Marín señalan que la zona de lectura es muy reducida y que cuando algo no se usa enseguida se recurre al archivo o a otra dependencia. Asimismo, en O Grove cuentan que cosas que tenían, como viejas cintas VHF, se fueron estropeando.

El «e-book» hace aguas

Hasta ahí, la nostalgia. ¿Qué pasa con los libros digitales, se solicitan esos aparatos por parte de los lectores? Pues lo mismo que las cintas de vídeo Beta: nada de nada. Pontevedra, Vilagarcía, Marín u O Grove tienen libros electrónicos -el soporte y luego también la posibilidad de descargar contenidos- pero apenas se prestan. En algunos casos el problema es que son e-books que se van quedando obsoletos y que funcionan lentos, de ahí que nadie se los quiera llevar a casa. Otros están prácticamente nuevos y funcionan ágilmente, pero tampoco se apean de las estanterías. En Marín, por ejemplo, en el último año y medio nadie se acercó a pedir un libro digital. «La gente a la que le gusta leer en pantalla habitualmente ya tiene su propio soporte. Lo que sí notamos que se usa más es la plataforma que tiene la Xunta para descargar contenidos electrónicos, pero el soporte en sí no se demanda», dice Pilar Fernández desde la biblioteca pontevedresa.

Les gusta el papel

Basta con hacer una pequeña comprobación a pie de sala para comprobar que, de momento, el papel gana la batalla. Sentadas en una misma mesa están cuatro generaciones distintas: un estudiante de 18 años, un profesor de 45, una ayudante de cocina de 53 y un jubilado que pasa de los 70. Todos ellos tienen distintas publicaciones en papel en la mano y, al preguntarles por el libro electrónico, todos indican que ni lo pidieron prestado en la biblioteca ni se plantean hacerlo. El mayor de todos ellos es el primero en defender el papel: «Yo en pantalla nada», señala. Por sorprendente que parezca, incluso el muchacho joven, que lee un cómic aprovechando que tiene una hora libre en el instituto, parece darle la razón y que, a la hora de leer, opta por el papel.

Frente a ellos, está otra realidad distinta. Los pocos ordenadores que hay en las bibliotecas con conexión a Internet suelen estar copados y tener cola. También las salas que prestan tabletas o portátiles para su uso dentro de las instalaciones notan que estas sí tienen tirón. Así que el que falla, únicamente es el e-book.

En Pontevedra incluso existen aún Laserdisc, un formato sin apenas salida comercial

Los bibliotecarios destacan que los «ebooks» apenas tienen tirón entre los usuarios