Las tribulaciones de un colegio que debe dar de comer a su alumnado por 2,2 euros por cabeza

Rosa Estévez
rosa estévez MEIS / LA VOZ

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Martina Miser

El colegio de O Mosteiro, que tiene cocina propia, reconoce que la asignación de fondos «es tan justa que no nos llega» tras la brutal subida de precios

19 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En el colegio de O Mosteiro (Meis) el comedor es un aula más. La hora de la comida se aprovecha para hacer jornadas centradas en la gastronomía de otros países, se aprenden modales y se acostumbra a la rapazada a comer variado y sano. No es de extrañar que la asociación de padres y madres del centro esté orgullosa de un servicio que moviliza en los fogones a un cocinero y tres auxiliares, y en sala a un equipo formado por nueve madres y un profesor encargado de pasar lista y comprobar que todo está en orden. Todas estas personas son las responsables de dar de comer a una media de entre 250 y 300 alumnos en dos turnos de comidas. El reto es importante, pero se antoja cosa de magia si tenemos en cuenta que el centro dispone de un presupuesto de 2,20 euros por comensal y día para hacer frente tanto a los gastos en comida como al pago de insumos —el gas que se utiliza para cocinar, la vajilla que hay que reponer...—. «El dinero del que disponemos es muy justo, tanto que no nos llega», explican desde la dirección del centro.

El director sabe bien de lo que habla: es el encargado de hacer la compra. Y sabe, como sabe toda aquella persona que acuda al mercado, que el precio se ha disparado y no solo en las botellas de aceite. «La Xunta nos recomienda que en los menús haya pescado fresco, carne, frutas y hortalizas... Y tienen razón, eso es lo que siempre hemos puesto. Nos recomiendan poner pulpo y cordero... ¿Pero saben cuánto cuesta eso?», se preguntan en el centro. Ellos lo tienen claro: han hecho las cuentas una y mil veces y no salen. «Nos quedan dos opciones, o reducir la calidad de lo que servimos, o seguir tirando de la remanente que tiene el centro hasta que se acabe, y cuando se acabe...».

Desde la dirección del centro están aplicando esas dos alternativas. Ayer, por ejemplo, de primero tocaba ensaladilla. «Antes la hacíamos aquí, con todas las verduras frescas. Ahora la compramos congelada porque es más barata». Los fingers de pollo, sin embargo, están hechos en las cocinas del centro, donde no sienten simpatía por los productos procesados. «Las pizzas no las compramos congeladas, las hacemos. Mañana [por hoy] toca lasaña, y también es hecha aquí; solo en carne nos gastaremos un par de cientos de euros».

Y eso que el sistema del centro tiende, desde siempre, al ahorro: la rapazada se distribuye en mesas de ocho personas, que se sientan en círculo y comparten el contenido de las bandejas que se ponen al centro. De esa forma se reducen los desperdicios y se ajusta mejor el presupuesto que «si se sirviesen las raciones individualmente». Sin embargo, esos pequeños trucos ya no funcionan. «Nosotros íbamos más o menos bien hasta el covid. Ahí tuvimos que hacer un enorme esfuerzo para adaptar el comedor». Y luego comenzaron las subidas de precios, que acabaron de limitar las opciones de un centro que, como todos los que tienen comedor propio, recibe los fondos de la Xunta a trimestre vencido. «Tenemos que adelantar los pagos con el remanente, y calculamos que llegaremos hasta octubre. A partir de ahí, nuestros proveedores nos tendrán que fiar... La verdad es que se nos complica mucho el tema», dicen desde el colegio.

Reconocen que la asignación por comensal subió un 5 % hace año y medio, y un 5 % más a finales del curso pasado. Pero «llevábamos muchos años sin que se actualizasen». Así que calculan que podrían necesitar al menos otro 10 % de incremento para ajustarse a los nuevos precios del mercado. El año pasado, 115 centros de toda Galicia con comedor propio pidieron una reunión con la Xunta para abordar este asunto, pero no recibieron respuesta. Mientras esta no llegue, esperemos que no se acabe la magia.

Las tasas para las familias, congeladas este curso pese a la subida de precios

Disponer o no de un servicio de comedor es un factor que puede decidir que una familia matricule a su prole en un centro y no en otro. En la mayoría de los colegios de la comarca, este servicio se ofrece a través de empresas de cátering, gestionadas bien por la Xunta, bien por las asociaciones de madres y padres. Este es el caso del que funciona en el centro Xulio Camba, donde este año el servicio parece haber despegado con un montón de incorporaciones de los niños recién llegados al centro. Teniendo en cuenta que el precio de la cesta de la compra se ha disparado, resultaría lógico que subiese el recibo del comedor, pero no ha sido así para las familias, explican desde la asociación. «El precio es el mismo que el año pasado».

En los centros en los que el comedor está gestionado por la Xunta, este año ha habido cambios, pero de nuevo sin repercusión para el bolsillo de las familias. Según informa Educación, se ha elevado un 21 % el precio del menú que la Administración abona a las empresas adjudicatarias del servicio, llegando a los 5,83 euros por cabeza. «Con esta suba, a Xunta cumpre co seu compromiso de atender as reivindicacións das empresas de dar cobertura ao incremento do custo da vida derivado da inflación ao tempo que blinda ás familias, que seguirán pagando exactamente o mesmo», indican desde la Consellería de Educación.

Hay que tener en cuenta que con esa cantidad se abonan tanto los alimentos como su preparación y la gestión del comedor —el personal—. Según señala la Administración autonómica, «cada día, 77.000 nenos e mozos usan o comedor, cun investimento diario da Xunta de 300.000 euros. En 2023 incrementamos o orzamento un 6,8% ata os 51,2 millóns de euros».