San Paio, un refugio para los enfermos de huesos en Entrecruces

luis ángel bermúdez fernández

MEIS

BASILIO BELLO

La cascada y la belleza natural del entorno atraen a mucha gente a un lugar presidido por la centenaria ermita

10 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La aldea de San Paio, en la parroquia carballesa de Entrecruces, se hizo famosa en los últimos años gracias a la cascada y al entorno natural que la rodea, frecuentado por cientos de turistas en la temporada estival. Presidiendo el pequeño núcleo de población se encuentra el santuario dedicado a san Pablo ermitaño, conocido popularmente como san Paio de Xaneiro, ya que su fiesta es el día quince de ese mes. La existencia de esta ermita se remonta a tiempos inmemoriales: ya Jerónimo del Hoyo la menciona a principios del siglo XVII cuando visita Entrecruces, recalcando su antigüedad y la afluencia de devotos, quienes costearon su edificación y mantenimiento.

A lo largo de su historia vivió fases de abandono y de apogeo. Así en 1904, 1909 y a principios de este siglo fueron necesarias importantes obras de restauración ante el avanzado deterioro que sufría. En cuanto a su arquitectura, la capilla consta de una única nave rectangular, cubierta con artesonado de madera de castaño a dos aguas. Es de especial importancia el presbiterio, de planta cuadrangular y cubierto con una bóveda nervada, prueba clave para demostrar su larga historia.

El retablo se construyó a finales del renacimiento, posiblemente en el clasicismo de la primera mitad del siglo XVII, aunque fue posteriormente reformado en el XVIII: se le añadieron dos columnas salomónicas y sufrió varios repintes. El retablo da cabida a varias imágenes: en el centro se sitúa la talla primitiva de san Pablo, del que existe una réplica para procesionar y otro en el cruceiro del campo contiguo; a nuestra izquierda nos encontramos con san Pedro apóstol (del siglo XVIII, pero repintada en 1990) y, a nuestra derecha, se sitúa la magnífica talla de san Juan Bautista (1719). Mientras, el cuerpo superior está presidido por la pintura de la Virgen de Belén, óleo sobre tabla que representa a María estrechando al Niño Jesús en sus brazos; en la izquierda se encuentra la imagen de san Eleuterio, pontífice, obra del escultor Antonio de Meis (1786) y por último, en el lado contrario, la efigie de san Isidro Labrador.

Varias imágenes

A cada lado, en los muros de la nave, se abren sendas arcadas: en la del lado norte se hallan las imágenes de la Virgen del Carmen, san Lázaro y el Inmaculado Corazón de María, recientemente restaurada; la primera tiene gran valor, ya que es barroca, mientras las dos últimas se tratan de figuras de escayola del taller de arte sacro de Olot. La arcada-retablo se encuentra decorada con unos restos de pinturas que evocan cortinones y columnas salomónicas datadas en torno al año 1744, obra del ya mencionado Antonio de Meis.

En la pared sur se cobija la ya citada imagen procesional de san Pablo ermitaño, de 1719, que recoge los rasgos y la iconografía de la imagen antigua que seguramente inspiró al artista. Se representa un anciano con hábito blanco y negro, recogido en la lectura, acompañado del fiel cuervo con el pan.

BASILIO BELLO

En tiempos pasados la afluencia de devotos era muy numerosa, especialmente de aquellos que buscaban curar las enfermedades y problemas relativos a los huesos, ya que el santo es abogado de esas dolencias; de esta manera, fue necesaria, a imitación de otros santuarios de nuestro entorno, la construcción de un oratorio exterior para celebrar la misa solemne de la fiesta de forma más cómoda, así como la construcción de una fuente, levantada por orden de una visita pastoral en 1637.

CARBALLO