Los abonados se revuelven contra los cambios en el campo de golf de Meis

Serxio González Souto
serxio gonzález MEIS / LA VOZ

MEIS

VITOR MEJUTO

Han convocado una asamblea ante la falta de información que achacan al presidente

25 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace tres años, el campo de golf de Monte Castrove, en Meis, estuvo a un solo paso de naufragar. Las deudas -solo el dinero pendiente de pago a los comuneros de Silván ascendía a 175.000 euros- y una errática gestión llevaron al patronato a contratar a un gerente profesional, Miguel Ángel Garriga, para evitar la quiebra de unas instalaciones que habían perdido prácticamente a la mitad de sus socios. Ahora, los cambios que anuncia su nuevo presidente, el concejal socialista José Ramón Vidal, vuelven a sacudir las bases del campo, que no son otras que su millar de abonados.

Los estatutos establecen que la presidencia de Monte Castrove recaiga en la alcaldía de Meis o en la persona en quien delegue, como ha sido el caso tras el cambio político que imprimieron las elecciones municipales de mayo. La apertura de una nueva etapa era cuestión de lógica, pero el rumbo que está tomando la fundación, o al menos las decisiones que se han adoptado y se anuncian para el futuro, han cogido por sorpresa a una base social cuyos miembros aseguran haberse enterado de muchas de sus intenciones por la prensa y no ocultan su malestar. Tanto es así, que esta tarde, a partir de las ocho y media, un grupo de abonados han convocado a sus compañeros a una asamblea informativa que se desarrollará en la cafetería de la gasolinera que Galp gestiona en la Autovía do Salnés.

«No tenemos ningún tipo de información, pero es que, además, parece que lo que se pretende es volver atrás, a los peores tiempos, porque el gerente, que había conseguido remontar la imagen y el funcionamiento del campo, ha sido despedido y se habla de inversiones que nadie se ha molestado en explicar», denuncia uno de los abonados.

La convocatoria alude «al incremento del presupuesto, que en los últimos años ha rondado los ochocientos mil euros, hasta los tres millones». Además de preguntarse a quién representan «una dirección y un presidente que ocultan la existencia de propuestas y acuerdos», los socios reivindican su papel nuclear en el sostenimiento del campo.

Los socios se preguntan cómo se financiarán unos presupuestos que se pretenden triplicar