Rotondas con trampa para los ciclistas

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

MEIS

Martina Miser

Mientras el puerto valora medidas para advertir del riesgo de los raíles del tren, un vecino de Meis ha resultado herido

04 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Fernando Oubiña recuerda, perfectamente, que el 7 de diciembre del 2017 llovía. Era un día gris, como estos últimos. Pese a ello, este vecino de Meis decidió aprovechar la jornada para subirse a su bicicleta y salir a dar un paseo por la comarca. Suele hacerlo: es integrante del club Lobeira y, como sus compañeros, disfruta dándole a los pedales. «Aunque, tal y como están las cosas, es un deporte suicida», reflexiona en voz alta. Hace un mes, a él le falló la suerte. Circulaba hacia Vilagarcía desde Carril cuando, al llegar a la rotonda de O Ramal, su bicicleta se encontró con la trampa de los raíles del tren a Ferrazo. «Una vez había oído a Veloso explicarle a un chaval que tuviese cuidado con los raíles, que eran una trampa... Y cuando me caí, lo primero que se me vino a la cabeza fueron aquellas palabras», relata.

El caso es que el ciclista dio con los huesos en el suelo. Fue auxiliado por su compañero, Gustavo César Veloso, que lo trasladó a un centro médico, desde donde habría de ser derivado posteriormente al Domínguez. Diagnóstico: una luxación de hombro y brazo -los tiene inmovilizados desde entonces-, además de abrasiones en rodillas y piernas.

«Lo peor de todo es que, una vez que me pasó esto, la gente empezó a decirme ‘yo también me caí ahí’». Así que, queriendo evitar que sigan produciéndose estos accidentes, Fernando emprendió una doble ofensiva, y envió escritos tanto al Concello de Vilagarcía como a la Autoridad Portuaria. «Me contestaron», dice. Pero la respuesta obtenida dista mucho de ser la que él esperaba.

«El Concello lo que me vino a decir es que eso no es cosa suya, que depende del Puerto». Le explicaban, eso sí, que «dado que no es una situación nueva, el asunto ya había sido tratado con anterioridad con los responsables del Puerto con el objeto de buscar una posible solución», según reza la respuesta.

La contestación del puerto tampoco se hizo esperar. «En ese punto, y desde hace años, las vías del ferrocarril están cubiertas con unas chapas metálicas para evitar el riesgo de que accidentalmente los ciclistas puedan meter las ruedas en el raíl». Esas chapas, en todo caso, parecen no estar al mismo nivel que los raíles, por lo que su efecto no es completo. Además, como reconoce el puerto, «pueden resultar resbaladizas en caso de lluvia, pero consideramos que su presencia es una opción preferible a dejarlas destapadas».

En todo caso, y a fin de evitar nuevos accidentes, desde la Autoridad Portuaria dicen esar valorando «la instalación de señalización específica que sirva para advertir a los ciclistas de las intersecciones con el tendido ferroviario».

«¿Colocar señales? ¿Qué creen que van a solucionar colocando señales?», se preguntaba ayer Oubiña. Su voz no es la primera que se alza por este asunto. El pasado verano, a raíz de una sentencia que condenaba al Puerto a pagar 8.000 euros a una ciclista que había caído en Valle Inclán, el colectivo Arousa en Bici salía a la palestra para denunciar la peligrosidad que los raíles al descubierto tienen para quienes viajan sobre dos ruedas. Pero, de momento, parece que no se ha encontrado ninguna solución. Queda por ver si la puesta en marcha de las ciclovías proyectadas por Ravella logra acabar con este enemigo invisible de los ciclistas arousanos.