Bomberos de toda Galicia despiden en Meis a Jorge Fariña

Maruxa Alfonso Laya
maruxa alfonso MEIS / LA VOZ

MEIS

La despedida estuvo cargada de emoción.
La despedida estuvo cargada de emoción. mónica ferreirós< / span>

Profesionales y grupos de Protección Civil acudieron al sepelio

21 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Texto Pasan diez minutos de las cuatro de la tarde y en las inmediaciones del tanatorio de Ribadumia no cabe un alfiler. No solo porque vecinos de toda la comarca hayan abarrotado este espacio para mostrar sus condolencias a la familia de Jorge Fariña, el bombero y presidente de Protección Civil de Meis que falleció de forma repentina en A Estrada. El recinto está lleno de vehículos de cuerpos de emergencias de toda la provincia. Carballo, Vigo, Poio, Valga y, por supuesto, Vilagarcía, Cambados, O Grove y Ribadumia son solo algunas de las asociaciones de Protección Civil que no han querido perderse la despedida de Jorge, el de Meis, el bombero. Viene ataviados con sus uniformes de trabajo, algunos de ellos lucen el de gala, dispuestos a darle el último adiós a un compañero pero, sobre todo, a un amigo.

Encabezan la comitiva los vehículos de los bomberos. A su alrededor se congregan profesionales llegados de toda Galicia. Son fáciles de reconocer, pues llevan el uniforme de trabajo. Algunos no pueden evitar las lágrimas. A su lado están los voluntarios de Protección Civil. Hasta veinte vehículos hacen cola. Suena la campana. Todo el mundo se sube a los coches. Y se encienden las luces. El silencio es sepulcral y la imagen no deja a nadie indiferente. Luces azules y naranjas sirven para encabezar una comitiva que colapsará las calles de Ribadumia. Justo detrás de ellos va su compañero. Tres coches fúnebres y dos furgonetas llevan todos los ramos con los que han querido recordarlo. También, la familia.

El recorrido hasta la iglesia de san Martiño de Meis, de donde era natural Jorge, es largo. En cada cruce, voluntarios de Protección Civil regulan el tráfico y muestran el camino. También al llegar a la iglesia. Allí hay más bomberos. Los coches se retiran y vuelven los profesionales. En perfecta formación organizan el paseíllo en el atrio de la iglesia. Otros portan el féretro. Es su forma e rendirle homenaje a uno de los suyos que, por desgracia, se fue demasiado pronto.

Una veintena de vehículos formaron la comitiva que llegó a colapsar las calles de Ribadumia