El mundo a golpe de pedal

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

MEIS

Viajar en bicicleta le ha permitido conocer y «vivir» los pequeños detalles del paisaje en países como Islandia y Dinamarca.
Viajar en bicicleta le ha permitido conocer y «vivir» los pequeños detalles del paisaje en países como Islandia y Dinamarca.

Hace falta espíritu aventurero para subirse a una bicicleta y tirar millas por países desconocidos. Un vecino de Meis lo hace siempre que puede. Lleva a sus espaldas unos 8.000 kilómetros

23 ago 2015 . Actualizado a las 11:00 h.

Todo empezó en el Camino de Santiago. Corrían los años noventa y Carlos Dopazo decidió subirse a la bicicleta para hacer la ruta jacobea. La primera vez arrancó en Burgos. Tres años después, inició el recorrido en Francia. «Aínda que pode sonar a tópico, o Camiño de Santiago é algo digno de facer. A variedade paisaxística que hai en España non a atopei en ningún outro sitio», cuenta Carlos. Y sabe de lo que habla: desde que se le metió en el cuerpo el gusanillo del cicloturismo, ha recorrido nueve países más. «Todos en Europa, porque iso dache certa seguridade», relata.

Sus viajes por el mundo siempre acaban igual. Con el cuerpo tan agotado que «cando chego a casa digo ?isto acabouse, non o volvo facer máis?». Luego, a medida que el tiempo cura el cansancio, en el espíritu de Carlos se mezclan los recuerdos de su último viaje con las promesas que se esconden en todos los países que le quedan por recorrer. «Gustaríame percorrer a campiña inglesa, ou Suiza. É un país que me atrae moito, aínda que é moi caro».

De paseo por Noruega

Claro que también era cara Noruega, y eso no impidió que en julio -hace tan solo unas semanas- recorriese el país de los fiordos a golpe de pedal. Esta vez, a la hora de hacer el petate tuvo la precaución de llenar la mochila con abundante comida. «E menos mal que o fixen. Alí un tomate pode custarche un euro», relata. Entre alimentos, ropa, material de acampada y algunas herramientas por si surge algún problema con la bici, Carlos hizo su viaje con más de cincuenta kilos a cuestas. Si a ello le sumamos que tuvo mucho que pedalear -cubrió entre 140 y 185 kilómetros al día, cuando lo normal es que haga entre cien y ciento veinte-, es comprensible que cuando llegaba la hora de dormir, nuestro cicloturista cayese desplomado sobre la esterilla. No le robaba el sueño ni la luz del sol, que brillaba día y noche. «En Noruega neste tempo é día seguido durante varios meses», explica. Para compensar, en invierno el país vive en una noche perpetua. «Quizais iso explique o carácter da xente, amable pero seco», reflexiona Carlos.

Si en este viaje pedaleó tanto cada día fue porque en Noruega, como en los otros países nórdicos que visitó, las distancias son enormes. «Ves unha poboación no mapa, e cando chegas alí resulta que é unha casa», dice mientras rememora los largos días de pedal. Largos días en los que su gran preocupación era perderse. «Perderse indo en bicicleta non é bo negocio», dice. Más, cuando se está lejos de casa, siguiendo una ruta de viaje bastante ajustada porque «a bici non dá pé a un plan B».

El cicloturismo, ya lo vemos, es exigente. Pero algo tiene que tener para que enganche tanto. Carlos Dopazo ha viajado ya por Irlanda, Holanda, Finlandia, Austria, Escocia, Dinamarca, Eslovenia, Islandia y, queda dicho, Noruega. «Ir en bici ofréceche outra maneira de ver o país, máis relaxada, fixándote máis. Penso que o coñeces mellor, podes fixarte ata nas prantas», dice.

Pero, desde el sillín, los países también se sufren. En Islandia, recuerda Dopazo, el viento sopló en su contra durante todo el recorrido. En otras ocasiones, la lluvia fue compañera fiel de nuestro ciclista. Este asegura que para hacer lo que él hace no es necesario tener una habilidad especial como piloto. «Ao final, vas por carreteras e camiños, non é preciso ter unha destreza especial». Claro que tampoco se trata de ser un novato en esto de andar en bici.

«Penso que o cicloturismo é unha forma interesante de viaxar», explica este vecino de Meis. Interesante porque te obliga a planificar la aventura y eso acaba proporcionando «un gran coñecemento do sitio ao que vas ir». Interesante, también, si nos ponemos a contar los euros, porque viajar en bici y con tienda de campaña, además de ser una aventura, «resulta moito máis barato» que hacerlo de otra forma. Interesante, también, porque aprecias más todo lo que estás viendo, todos los paisajes que pasan ante tus ojos.

Pese a todas sus bondades, esta es una forma de viajar que aún no tiene demasiados adeptos por estas latitudes en las que nos movemos. «Por aí adiante ves a moita xente no meu plan, en bici e coa mochila. Pero en España non hai moito cicloturista, a non ser no Camiño de Santiago», dice Dopazo. Esa ruta, antigua y ahora masificada, que conectó a Galicia con el mundo.