De Lalín a Meaño para rememorar aquella primera vez en un furancho

a. garrido / l. penide VILAGARCÍA, PONTEVEDRA / LA VOZ

MEAÑO

MONICA IRAGO

Ya hay permiso para que abran sus puertas unos locales que son un clásico de O Salnés; y lo han hecho con éxito

09 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Han tardado en poder reabrir sus barriles, pero los furanchos están de vuelta. A pesar que desde el 11 de mayo ya podían abrir su puertas para atender únicamente en el exterior y desde el 25 en el interior del local, la gran mayoría esperaron hasta este fin de semana para atender de nuevo al público. Y la vuelta ha sido un éxito. Al menos esa es la primera impresión.

O Lourancho es un clásico en O Salnés. A mediodía de ayer todavía no había mucho ambiente, pero la noche anterior, la del estreno, no estuvo nada mal, según apuntaban sus responsables. De todas formas, para hacer un buen diagnóstico de la reapertura había que ir a la milla de oro de los furanchos. En Cobas (Meaño) sí vuelve a verse actividad automovilística. Se ha extendido la voz y la noche de reapertura también fue un éxito en O Furancho de Juan, que poco a poco va cogiendo ambiente. El vino está bueno, opinión que, al parecer, ya habían refrendado varios habituales la noche anterior

Entre los clientes más madrugadores del local meañés están Javier y Ángela. Viajaron desde Lalín a Meaño únicamente para poder disfrutar de O Furancho de Juan. Allí habían tenido su primera cita. A Javier lo llevó un amigo de Cambados cuando estuvo por O Salnés para comprar una moto. Y Javier decidió que el lugar era lo suficientemente especial como para tener un momento especial. Así que decidió invitar a Ángela a cenar allí. «No fue fácil, pensé que nos perdíamos», recuerda. Pero atinó. Y, diez meses, repitieron para recordar aquella vez. «Venimos sin saber si iba a estar abierto», confiesan. Pero estaba.

Temporada con retraso

En O Furancho de Juan se darían con un canto en los dientes si consiguieran acabar con la mitad del vino que tienen almacenado, cuentan. La temporada va con retraso y, sobre todo los establecimientos más pequeños, van a tener problemas para agotar sus reservas, que era el objetivo primigenio con el que nacieron este tipo de establecimientos.

El de los furanchos es otro de los ámbitos en los que las consecuencias del coronavirus son muy palpables, toda vez que, «a día de hoxe, hai moitas familias que inda non puideron abrir as portas», señalan desde la junta directiva de la Federación de Furancheiros, Loureiros e Viticultores de Pontevedra. Desde este colectivo advierten de «a situación de precariedade en que se atopan as familias do rural que dan saída aos excedentes do viño», toda vez que, «nas circunstancias actuais, ás familias que abran agora quédalle un mes e medio de actividade, no caso de que se lles permita ir até o 31 de xullo. Se nalgún concello non puidesen abrir máis aló de 30 de xuño, só dispoñen de 25 días fronte aos noventa doutros anos».

Apertura en agosto

Tras reclamar que la Xunta reconsidere su postura y habilite a los concellos para que autoricen la apertura en agosto en casos concretos y justificados, los loureiros inciden en que «a venda dos excedentes de viño de autoconsumo supoñen uns ingresos complementarios, nalgúns casos moi necesarios, para as economías destas familias do rural. Familias que, coa súa actividade, están mantendo un rural vivo, coidando dos cultivos e das terras agrarias, mantendo a raia as silveiras e xestas que veñen da man do abandono, e, en suma, mantendo a paisaxe do noso rural que logo se vende como reclamo para o turismo».