Lecciones de balonmano para contar historias

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

MEAÑO

Enrique Mauricio y Carlos Taboada organizan cuentacuentos que incluyen obradoiros de dibujo para los pequeños y sus padres.
Enrique Mauricio y Carlos Taboada organizan cuentacuentos que incluyen obradoiros de dibujo para los pequeños y sus padres. ramón leiro< / span>

Enrique Mauricio y Carlos Taboada eran porteros del Teucro; ahora llevan a Manuel María a Latinoamérica

16 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La primera vez que hicieron de cuentacuentos salieron derrotados. Se fueron a la facultad de Belas Artes y se pidieron un pincho de torilla y una coca cola. Había sido un absoluto desastre, y por partida doble. Acababan de enfrentarse a dos grupos de niños sin llevar munición. Pensaron que con que Enrique Mauricio les contara una historia improvisada y Carlos Taboada hiciera algún dibujo que se le fuera ocurriendo sería suficiente para entretenerlos. «Foi un erro, tiñamos moita cara e pouco talento, e pensamos que se podía facer algo improvisado», confiesa Carlos. «Temos todas as cores», anunció aquel día Enrique a su público». «Tes o platino?», le respondió uno de los pequeños. «Cometín un erro porque me puxen á súa altura e lle preguntei: ??¿Pero ti sabes como é o platino???. O pequeno quedou pensando e dixo: ??Non, pero sei que é unha cor e que ti non a tes??». No volvió a ocurrirles.

Ahora Polo Correo do Vento tiene ocho años y medio de vida y cientos de cuentos, concellos, países y algún continente a sus espaldas. Y, aunque por el momento no tienen ningún viaje cerrado al otro lado del Atlántico -ya estuvieron en Argentina, Uruguay y República Dominicana-, su visión sobre Manuel María (O poeta do Miño, de Edicións do Cumio) será la primera toma de contacto con el homenajeado en el Día das Letras Galegas de este año para muchos descendientes de gallegos en Latinoamérica, gracias a que la Secretaría Xeral de Emigración acaba de comprar medio millar de ejemplares para colegios de Venezuela y otros centros vinculados a las comunidades gallegas del exterior.

Fue el balonmano lo que les hizo rearmarse tras su primera experiencia y convertirse en profesionales del cuento. Charlie y Quique se conocieron en el Teucro, cuando el segundo apenas era juvenil y el primero cadete. Ambos eran porteros y, aunque no coincidieron en el mismo equipo, sí compartían los entrenamientos de guardametas. Fue gracias al club azul como conocieron otras ciudades en algunos de sus primeros viajes fuera de Galicia. «Daquela o Teucro tiña alomenos oito xogadores na selección galega todos os anos» y, al participar en el campeonato de España, conocieron Málaga, Madrid, León y Portugal, entre otros sitios.

Al balonmano le deben más: «Ensinounos a levantarnos cando caiamos, a facer equipo, a axudar a un compañeiro cando está en apuros, e mesmo a enfrontarte ti só a situacións de tensión», explican. Por eso son, además de aficionados, socios protectores del club azul. Creen que, de alguna forma, se lo deben. Y eso que, a pesar de que ser el equipo en el que se conocieron, no fue el que trabó su amistad. Volvieron a coincidir, ahora sí compartiendo puesto, en el Artai.

Supernova de balonmano

«Foi unha supernova», recuerda Carlos. Un equipo extraordinario que brillou durante un tempo e esvenaceu de éxito, porque en primeira xa non vale todo», matiza Mauricio. Tras dos años en Valencia como jugador profesional de Charlie -que también pasó por el Bueu, Lasar y el Meaño- y otro periplo de Quique -que jugó en el Lalín, Chapela, el universitario de Santiago y el Girondins, en Francia, donde estuvo de Erasmus-, ambos se reencontaron en Pontevedra.

A veces cuentan las cosas a medias. Es lo que tiene una amistad larga que pasó por muchas fases. Charlie le recuerda la carta que recibió cuando estaba en Valencia en la que Quique le hablaba de una idea que acababa de tener. No concretan, pero tenía algo que ver con China. Quique se ríe cuando lo recuerda, aunque le extraña que hubiese mandado una carta manuscrita. Fue a su regreso de Valencia, una tarde de agosto del 2007 en una terraza de A Verdura, cuando nació Polo Correo do Vento. «Tiñamos falado moitas veces de facer algo xuntos, pero nunca concretabamos. Aquel día dixemos que ata que non tiveramos algo de verdade non saíamos dalí», cuenta Quique. Y decidieron hacer un libro para niños. «Non sabiamos en que se diferenzaba un de 3 anos dun de 6», reconoce Carlos entre risas. «Para nós eran todos iguais», confiesa su compañero. Decidieron también que recorrerían todas las editoriales hasta dar con alguna que lo comprara. Lo hizo la primera, Xerais. Con ella han publicado ya siete libros de la colección Polo correo do vento. Además, editaron un cómic, Dominicanas somos, tras una visita a la República Dominicana con la oenegé Asamblea Cooperación pola Paz, y han sacado publicaciones puntuales con instituciones y organismos oficiales, como la Diputación. Y eso que nunca pensaron que ganarían dinero con lo que ahora les da la vida.