El hotel que te invita a dejar el móvil en una caja para reconectar con el mundo

Rosa Estévez
rosa estévez CATOIRA / LA VOZ

CATOIRA

Martina Miser

Terranam es un centro de bienestar y retiro situado en lo alto de Catoira

04 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Un viejo pazo que hunde sus raíces en el siglo diecisiete se ha convertido en el primer centro de retiros de bienestar que ha abierto sus puertas en la orilla sur de la ría de Arousa. «Este es un concepto que no existe por la zona», explica Rogelio Maya, el director. En Catoira, en un alto con magníficas vistas sobre la ría, el vetusto edificio se ha convertido en un refugio para quienes necesitan tomarse un respiro del día a día y recuperar un cierto equilibrio. «El bienestar es un concepto al alza. La gente cada vez lo valora más, y aquí hay una serie de elementos —mar, montaña, ría— que juntos hacen de esta zona un lugar muy interesante», explica Maya.

El hotel que gestiona se llama Terranam, tierra y alma. Un homenaje al pasado, a las raíces, a la tierra en la que se ha anclado el proyecto. Detrás de este hay una mujer, María Garrido, una empresaria estadounidense, hija de emigrantes pontevedreses. María pasó muchas de sus vacaciones infantiles en Galicia y atesoró recuerdos de ritmos lentos y pausados, paisajes verdes, cielos azules. Por eso, cuando decidió que quería invertir en un negocio de bienestar, tuvo claro que este era el lugar en el que lo quería. Un pazo en Catoira, que ya había funcionado como una casa de turismo rural, fue la ubicación finalmente elegida. Bien situado, con tres aeropuertos próximos, parece el lugar ideal para un establecimiento que atrae, sobre todo, a personas procedentes de Inglaterra, Irlanda y otros países del Norte de Europa.

Martina Miser

Terranam es un establecimiento peculiar. Empezó a funcionar el pasado verano y, tras unos meses de parada, retoma ahora su actividad. Ofrece retiros de 4, 5 y 7 jornadas. «Todos los huéspedes llegan el mismo día y el retiro siempre acaba en domingo», explica el director. Ante ellos se despliega un amplio programa de actividades que incluyen yoga, paseos por el bosque, visitas a pazos o viajes en barco por la ría, paradas en la playa... La oferta se personaliza en función de la edad y las condiciones de los integrantes de los grupos. «Todas esas actividades están incluidas en el precio del retiro. No son obligatorias, aquí no hay nada obligatorio», explica Rogelio Maya.

Hay normas, pero todas son como los juncos: flexibles y con una gran capacidad de adaptación. Por ejemplo, las comidas que se ofrecen a lo largo del día se hacen en comunidad, para fomentar que los huéspedes se conozcan, interactúen e intercambien ideas y experiencias. La comida es vegetariana, con un menú diseñado por una cocinera con varias estrellas Michelin. La única excepción a esta norma es la cena de la noche del sábado, cuando se celebra una fiesta gallega que finaliza con una queimada.

El resto de las noches, los huéspedes disponen de una oferta de actividades con las que disfrutar, como un concierto de cuencos tibetanos que se celebra en la capilla del pazo. Esos actos son el colofón a jornadas en las que habrá tiempo para hacer yoga (por las mañanas, una sesión para estirar, por la tarde dirigida a la relajación). «Para participar en estos retiros no hace falta saber yoga. El profesor marca las postura y cada alumno las hace en la medida de sus posibilidades... Esto no es una competición, eso es algo que no nos interesa», señala Rogelio.

El hotel ha sido pensado para que todo el mundo se sienta cómodo y reconecte con su piel y con su vida. Por eso, aunque no hay nada prohibido, «en las habitaciones tenemos unas cajitas para que los huéspedes depositen en ellas sus teléfonos móviles». Bien es verdad que, conscientes de que muchos de sus clientes no pueden o no quieren desconectar durante todo el retiro, se ha invertido mucho en disponer de una buena red de Internet capaz de atravesar los gruesos muros de piedra de un pazo que ha entrado en el futuro.