Ningún alcalde estará seguro en Catoira

Serxio González Souto
serxio gonzález CATOIRA / LA VOZ

CATOIRA

MARTINA MISER

Al haber resultado inválida, los ediles pueden firmar otra moción de censura; solo quien sume seis tendrá estabilidad

18 abr 2023 . Actualizado a las 18:38 h.

Transcurridos varios días desde que la operación Drakkar naufragase en la orilla, Catoira está lejos de recobrar la normalidad política. Cierto es que la perspectiva de un gobierno estable, conformado por los tres concejales del PSOE que se desmarcaron de la moción de censura y los tres del BNG, ya sin Xoán Castaño como primer espada, aporta una cierta mesura al debate. Y, sobre todo, un horizonte hacia el que avanzar. Pero las cosas están lejos de haberse solucionado. Tanto es así, que si las negociaciones internas y externas en las que se está bregando el PSOE se torciesen, muy bien podría darse la circunstancia de que, dentro de unos días, los vecinos asistiesen, asombrados, a un pleno de investidura en el que se propusiesen los mismos candidatos que hace un año. García, Castaño y Caamaño. Todo al revés para regresar al mismo punto, como en una de los arrebatadas intuiciones que llevaron a Nietzsche a formular su eterno retorno de lo mismo. Estas son las razones.

Puede resultar paradójico, pero la misma ley electoral que, a diferencia de lo que ocurre en los ámbitos estatal y autonómico, se preocupa de blindar la estabilidad de los concellos puede impedir que la mayoría absoluta de la corporación de Catoira elija ahora un nuevo alcalde de acuerdo con su deseo. La norma establece que solo los cabezas de lista que se hayan presentado por cada formación pueden aspirar a la alcaldía. La excepción es el cese, por la causa que sea, del candidato en cuestión. Sería el caso de Castaño en el BNG, pero solo en cierta medida. Puestos a forzar las cosas, si el acuerdo se torciese, el número 1 del Bloque podría interpretar la ley a su favor y volver a presentar sus credenciales al pleno, puesto que en ninguna parte se dice que su dimisión como regidor lo incapacite como alcaldable en una sesión de investidura distinta. Improbable, pero la hipótesis ahí está.

En todo caso, lo cierto es que Castaño pulverizó con su renuncia la moción de censura y él mismo se ofreció a colaborar en la conformación de un gobierno progresista, haciéndose a un lado. El caso del PSOE es mucho más complicado. A falta de mayoría absoluta, es, con cinco concejales, la formación más votada y la que pondría alcalde si no existiese una alternativa que votasen al menos seis ediles. Esto es a lo que apela Alberto García. Muy bien, tumbasteis mi moción, pero ahora vamos al pleno y, al fin y al cabo, somos los más fuertes. ¿Qué problema hay en recoger de nuevo al bastón de mando si, después de todo lo que ha pasado, es poco menos que imposible que BNG y PP apoyen juntos a uno de sus candidatos, como sucedió con Castaño en su día?

Además, la ley electoral, en su artículo 197, establece que ningún concejal podrá firmar más de una moción de censura en el mismo mandato, así que el riesgo de ser descabalgado a medio camino no existiría. Lo malo de estas cuentas es que fallan en algo básico. Esa norma solo reza para aquellas mociones correctamente formuladas y apoyadas por la mayoría absoluta de los concejales. Precisamente, la operación cayó porque tres ediles socialistas se desdijeron y la moción dejó de ser válida. Así que, no se preocupen si en eso están pensado, porque en Catoira pueden presentarse más alianzas de este tipo. Ningún alcalde que no disponga del apoyo mínimo de seis ediles estará seguro. El PSOE y el BNG pueden sumarlos, pero necesitan dar con la tecla adecuada.

¿Se imaginan una segunda investidura con García, Castaño y Camaño? Pues todavía es posible