Ella misma elaboró las lápidas, las cruces y la Santa Compaña con polietileno, botellas de agua, sábanas y mucho ingenio
03 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.En Cambados hay un nuevo cementerio. Está en el jardín de Raquel González, en el número 89 de Tragove, y presenta un aspecto terrorífico que se multiplica por la noche cuando se ilumina en tonos sanguinolentos. Es la «porta do averno», que Raquel invita a cruzar desde la reja exterior o entrando hasta el fondo cuando el perro no está suelto.
Con ingenio y empeño ha conseguido una estampa de película en la que no falta detalle: tumbas fantasmagóricas, telas de araña, un esqueleto vestido a rayas e incluso la Santa Compaña. Siempre le gustaron las manualidades; en su casa tenían la tradición de hacer una carroza para el desfile de entroido de Cambados y desde que estrenó vivienda se ha vuelto a poner manos a la obra para disfrute de su hijo de diez años y, de paso, de sus amigos.
Esta semana incluso montó una merienda en esta suerte de parque temático del Samaín y su idea es repetir la experiencia en años venideros. Para esta vecina de Corvillón es una satisfacción en todos los sentidos, por ver disfrutar a los pequeños y porque para ella resulta un gozo armar estos belenes: «Non sei estar quieta», cuenta. Cuando no está confeccionando una cruz con el polietileno que le sobró de las obras, se pone a vestir con sábanas a seres del más allá a los que da forma con botellas de plástico del agua, y cuando remató el cementerio cogió hilo y aguja de ganchillo y sacó su propia cosecha de calabazas para adornar su hogar. Con familia y trabajando como fisioterapeuta busca tiempo para sus manualidades y está pensando ya en qué montará para Navidad. Habrá que estar atentos. Entre tanto, este domingo todavía queda tiempo para darse una vuelta por el que los vecinos han bautizado ya como el cementerio de Tragove y, si se lo piden, los dejará unos días más.