Alumnos del colegio de Castrelo visitaron la exposición «Maldita Figura» en Torrado
25 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Jose Vaamonde, el técnico de Cultura de Cambados, está bregado a la hora de hacer de cicerone por las exposiciones que pasan por el pazo de Torrado. Está acostumbrando a tratar con artistas, galeristas y público crítico, pero pocas veces una visita le supuso tal nivel de exigencia como a la que tuvo enfrentarse ayer a las diez de la mañana. Se trataba de mostrar y explicar una exposición de escultura a niños de tres y cuatro años, y lograr atrapar su atención resultó todo un reto.
Ante sus ojos se presentaba Maldita Figura, que se puede visitar hasta el 30 de diciembre y firman Camilo Seira (Rois, 1974), Francisco Remiseiro (Barro, 1975), Óscar Aldonza (Santiago, 1976), Iván Prieto (O Barco de Valdeorras, 1978), José Perozo (Vigo, 1978) y Miguel Ángel Vigo (Extramundi, 1981).
Es una propuesta artística que se articula en torno a la figuración, a los cuerpos de animales y personas, lo cual facilita la comunicación con niños de tan corta edad. Vaamonde intentó abordar cuestiones que plantean las obras, caso de la filosofía, pero pronto se dio cuenta de que el mejor gancho eran los conejos y los colores de Iván Prieto o el enorme Brazo esquecido en madera policromada de Remiseiro colocado al pie de la antigua lareira del pazo.
La anatomía que despliega Maldita figura ayuda a comprender su arte así que, ante un desnudo, los niños no tuvieron problema para identifican un culo y un «pipí» y tampoco para ver la tristeza que rezuma 30 segundos antes de chorar.
En resina, madera o cerámica, con cencerros, plumas o cuero. Da igual el material o la técnica empleados. Al final, a la hora de buscar paralelismos, a los pequeños todas las obras les recordaban a mamá y a papá porque, al fin y al cabo, son sus principales referencias en un mundo adulto por el que ayer transitaron a través del arte. Ellos quisieran poder tocar las manos, las piernas y las caras que asomaban a su paso, pero con estas piezas únicas no se juega, de modo que Aitana, Lola, Estela y sus quince compañeros de grupo quedaron emplazados para jugar a ser artistas al terminar la visita, pero con plastilina. «Á hora de crear podemos imaxinar o que queiramos», les contó Vaamonde al primer grupo de la mañana. Fuera esperaba otros de niños de 4 y 5 años, también del colegio de Castrelo, y al mediodía tocaba una segunda tanda de niños de primero de primaria.
El esfuerzo didáctico fue importante, pero se da por bueno si con ello se acerca a los más pequeños al mundo de la cultura. Quién sabe, quizá en alguno de ellos se despierte la vena artística y exponga dentro de unos años en Torrado.