¿El ocio nocturno revive en Cambados?: «Hay margen de crecimiento», dicen los empresarios

Bea Costa
bea costa CAMBADOS / LA VOZ

CAMBADOS

Martina Miser

Los locales de copas vuelven a llenarse, y vuelven, también, las quejas vecinales por ruidos y la basura a las calles del centro tras las noches de los sábados

13 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Cambados está muerto», se quejan los adolescentes del pueblo, pero no lo está tanto. Quizá su problema sea que aún no han cumplido los 18 años y en muchos locales no les dejan entrar, lo cual los condena a conformarse con tomarse un bocata en el bar o tirar de botellón. Pero oferta de ocio hay, «y hay margen de crecimiento». Lo dice alguien con autoridad en la materia, Adrián Santórum. Este joven empresario abrió en 2019 el pub Broken y un año después, la discoteca Bliss, justo al lado, en la calle Pontevedra.

Santórum cree que Cambados está en una buena posición para competir con Portonovo y Vilagarcía, los otros dos polos de atracción en la comarca desde el punto de vista del ocio nocturno. Su experiencia en la villa del albariño está siendo buena, una plaza en la que le resulta más fácil trabajar que en Vilagarcía, donde pasó por tres locales anteriormente: el Samá Samá, Harbour e Hibernia. «En Cambados te sientes más en familia, no hay tantas peleas y el público cuida más las cosas».

No obstante, pese a sus esfuerzos por mantener el orden dentro y fuera de sus establecimientos, las repercusiones en las largas noches de fiesta son casi inevitables y las protestas vecinales por el barullo en la vía pública han vuelto tras dos años de tranquilidad forzada por la pandemia. Es un claro síntoma de que la movida nocturna revive; otro es que ha sido necesario reponer el servicio de limpieza de los domingos por la mañana para que los barrenderos recojan la basura que dejan las madrugadas del fin de semana.

Es la cara menos amable de un negocio que, pese a los inconvenientes que acarrea, en el Concello arropan e incentivan. «Entendemos o malestar dos veciños, pero teñen que comprender que tamén é unha actividade económica importante para o pobo», apunta el concejal de Economía, Xurxo Charlín. Lo es para los empresarios y lo es para el Concello, pues a más negocios, más ingresos en concepto de tasas e impuestos municipales. No obstante, puntualiza el edil, la política de bonificaciones que se está aplicando, por ejemplo, en las licencias de apertura —que se redujeron de 500 a 75 euros— o en la tasa de las terrazas —que en 2021 le costaron la mitad a los empresarios— «demostra que non é ese o noso obxectivo».

Las restricciones habidas para consumir en las barras y el interior de los locales conllevó la eclosión de las terrazas y obligó, también, a un cambio de hábitos, aunque, una vez que se han recuperado los horarios de cierre prepandemia parece que el personal retoma la vieja costumbre de salir a horas intempestivas. «Al principio la gente venía más pronto, pero eso empieza a cambiar», señala Adrián Santórum.

Gustavo Rey, otro de los empresarios del ocio nocturno en Cambados, también constata este revivir del sector, tanto que este sábado la Krazzy Kray tenía en cartel el blus gallego de Cadelo Lunático y podría retomar las sesiones vermú con música en directo de los domingos al mediodía. Rey habla de un «rexurdimento» frente al inmovilismo que detecta en Barrantes, donde tiene otro local, O Encontro. «O problema é que alí tes que ir a propósito mentres que en Cambados hai moito máis movemento». La Krazzy Kray está en la zona de O Castriño, compartiendo espacio con la discoteca EnB y el recuperado bar de O Patín, donde se vivieron a tope los años dorados de la movida en Cambados.

Los otros epicentros están a pocos metros de allí, en la plaza Alfredo Brañas y las calles Pontevedra, O Rollo e Isabel II, un triángulo en el que se concentran una docena de locales cuyo horario de cierre oscila entre la 1.30 y las 4.30 horas. El contrapunto lo pone la calle Infantas, en otro tiempo el centro indiscutible de la movida nocturna. El cierre de la mítica discoteca Zao acabó por poner la puntilla a un fenómeno que en los años noventa atraía a miles de personas de toda la comarca.

Martina Miser

Bajos donde antaño se servían copas y se bailaba hoy están ocupados por una droguería, una tienda de ropa o una peluquería. Y eso, a juicio de Charlín y los empresarios consultados, pone las cosas en su sitio. «O problema era que había demasiada oferta, o cal provocou que algúns locais acabaran pechando». Quizá alguno pueda volver a abrir. «A xente está vindo polo Concello a preguntar por locais que están en aluguer», abunda el concejal.

Entre los que echaron el cierre también hay algún clásico como es el mesón Rey, más conocido como O da Vella o el bar de Ermitas, que era la mujer que lo abrió en 1952. El local de la esquina de la calle Infantas se vende y con él se pierden sus famosos chopitos y almejas. A su lado, Studio 54 también tienen la verja bajada a la espera de una nueva oportunidad.