A Pepa A Loba le gustan el centollo y la cerveza

Bea Costa
bea costa REDACCIÓN / LA VOZ

CAMBADOS

Martina Miser

La mítica bandolera gallega da nombre a una marca de productos «gourmet» elaborados en Cambados. Del albariño pasó al tinto, al espumoso y los licores y, después, llegaron las conservas y el paté de mariscos

18 feb 2021 . Actualizado a las 22:21 h.

Hubo a quien le parecía un nombre vulgar para presentar un producto gourmet, pero Álvaro Fernández Rodríguez lo tuvo muy claro desde el principio. Cuando en 2011 decidió emprender en el negocio del vino quiso hacerlo con la marca Pepa A Loba. «Case todas as bodegas levan nome de santos e eu dixen que quería algo diferente»; y como al cambadés le gusta la figura de la mítica bandolera gallega decidió rescatarla de los libros y del imaginario popular para llevarla a una etiqueta, incluso sorteando una batalla legal por plagio del logotipo, que ganó en los tribunales.

Primero la estampó en las botellas de vino, después en las de licores y más tarde en las latas de conservas y paté, hasta completar una gama de veinte productos que vende en su tienda y en su restaurante, situados en Fefiñáns, en el corazón del centro histórico de Cambados.

La efigie de Pepa A Loba -mitad mujer, mitad animal- también luce en camisetas, tazas y demás merchandising que ha diseñado la firma pensando, especialmente, en el turismo. Pero con ser su principal clientela, los artículos de la casa también encuentran una gran aceptación entre el público local, que muchas veces los descubren tras una primera prueba en el restaurante, tomándose un vino o una caña, según explica el gerente.

El invento

El mejor ejemplo lo ofrece el paté de centollo. Mayte, su mujer y autora de la receta, empezó a servirlo en A Fonte do Viño y, tal fue el éxito, que la gente empezó a pedírselo para llevar. Entonces pensaron, ¿por qué no comercializarlo?, y así nació el que es hoy su producto estrella: el paté de centollo, que se presenta en latas de 85 gramos netos y un precio de 6 euros la unidad. No es el primer paté de este crustáceo que hay en el mercado, pero Fernández presume de que el suyo es el mejor. «Outros patés levan mexillón e outros produtos, este só leva centola da ría, que compramos nós na lonxa e está feito só con produtos naturais», explica sin querer entrar en demasiados detalles por aquello de preservar el secreto de la receta.

Es tal el entusiasmo que ha volcado en esta criatura que incluso inventó una máquina para su elaboración. Él asegura que no hay nada parecido y ya está pensando patentarla. Se trata de un succionador mecánico que se introduce en las patas del marisco y aspira la vianda. «Inspireime nos aparatos que usan os dentistas», relata, y con esta idea se presentó en un taller de dispositivos para la industria conservera y esta suerte de aspiradora para los alimentos en concha funciona. Menos de lo que quisiera Álvaro Fernández porque cuando estaba con el prototipo llegó el confinamiento, en marzo, y lo paralizó todo. No obstante, no fueron meses perdidos, porque la empresa, de carácter familiar, siguió trabajando hasta sacar una primera producción de 25.000 latas.

El verano llegó y con él se constató el éxito de esta delicatesen del mar. No es el único reclamo de su tienda, cuyas estanterías están bien provistas para caer en el pecado de la gula. Su buque insignia fue el albariño, después probó con el tinto, fusionando caíño, mencía, espadeiro y otras variedades, y, después, llegó el espumoso rías baixas. Los licores de café, blanco, tostado y de hierbas dieron paso a la crema de orujo, de arroz con leche, de chocolate con cereza y hasta una variante del famoso limoncello italiano, que en Pepa A Loba dieron en llamar Limonciño. En el 2019 se lanzó a la elaboración de vermús, con los que obtuvo un primer y segundo puesto en los premios de Hostelería e Turismo; a su despensa llegarían también la ginebra -que presenta en una elegante botella que descubrió en Italia y lo enamoró- y la cerveza, que combina lupus de Galicia, Bélgica y Oregón y se vende en botellines a dos euros.

Sabores del mar

A la bandolera de la gastronomía le faltaba ese mar al que mira O Salnés, de modo que su último reto se lo planteó con los pescados y mariscos, envasando el paté de centollo y haciendo conservas de zamburiñas, mejillón y xoubiñas. De momento aquí se queda el catálogo, aunque, viendo la trayectoria de Álvaro, seguro que más pronto que tarde se sacará de la manga algún otro producto nacido de la tierra y el mar que lo vieron crecer; unos sabores y texturas que cada vez conquistan más paladares en España sin necesidad de recurrir a grandes cadenas de distribución. Pepa A Loba también se ha subido al carro de Internet y, especialmente en estos tiempos, esta vía le ha abierto un canal cómodo y rápido para vender su oferta.

Su mesa está servida. Ahora ya solo falta que la pandemia dé un respiro para poder abrir el restaurante y recibir a una legión de turistas, esos que no pueden evitar pararse ante el paraíso gastronómico que se abre al otro lado del escaparate de su tienda. Y muchos paran y compran. «A xente que proba os nosos produtos queda contenta», afirma el empresario.