El ruido de los ladridos de perros lleva a un vecindario cambadés a recoger firmas

b. c. CAMBADOS / LA VOZ

CAMBADOS

MARTINA MISER

Los residentes en Os Olmos sufren este problema hace una década y piden al Concello que tome cartas en el asunto

17 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El problema no es nuevo, pero ante la falta de soluciones por parte de la Administración, los vecinos han decidido dar un nuevo giro a sus demandas mediante una recogida de firmas. Los residentes en la urbanización de Os Olmos (Cambados) -situada al lado del colegio San Tomé- llevan una década sufriendo las molestias que les ocasiona la presencia de animales en una finca colindante. El terreno daba servicio a una tienda de animales y ello provocaba que se concentrasen allí conejos, ovejas, aves y perros, lo cual generaba malos olores y ruidos. El negocio cerró, pero, según sostienen los vecinos, en la finca sigue habiendo animales, sobre todo perros, que ladran y aúllan. Los afectados se dirigieron en varias ocasiones al Concello, pero poco o nada han conseguido.

Inspecciones

La finca en cuestión fue objeto de inspecciones por parte de los servicios de Medio Ambiente y de la Policía Local, pero cumplía todos los requisitos legales, según informan desde el Concello. Los residentes no acaban de entenderlo porque consideran que hay legislación que les ampara a la hora de defender su derecho al descanso. La comunidad de propietarios del bloque de viviendas más afectado, dada su proximidad a la finca, se reunió la semana pasada y el problema del ruido de los perros volvió a salir a colación. Esta vez no se conforman con presentar un escrito por registro y acordaron iniciar una recogida de firmas puerta a puerta, sin menoscabo de emprender otro tipo de acciones.

Hace un par de años, se celebró un encuentro en el Concello entre los afectados y la alcaldesa Fátima Abal y la concejala de Medio Ambiente, María José Cacabelos. Los afectados salieron satisfechos porque percibieron voluntad política para buscar una salida a su problema, pero el tiempo pasa y los perros -el número se desconoce, pero llegaron a la veintena, según sostienen las mismas fuentes- siguen ladrando y aullando de día y de noche, sin dejar conciliar el sueño al vecindario.