Cuando se le pregunta por el legado del poeta, a Pitusa le da la risa. «¿Qué legado?», pregunta. Porque el poeta apenas dejó nada. «A mi me extrañaba que no hubiera dedicado un libro a una de sus hijas. Hasta que un día, preguntando a la tía Luísa y al tío Marcos, me contaron que ellos tenían libros dedicados, primeras ediciones y fotos. El tío Marcos había hecho hasta un libro de recortes». La explicación que le encuentra es que su abuelo, «cuando marchó para Baracaldo con mis tíos metió todo lo que tenía en una maleta. Y el tío Marcos, que era muy curiosito, lo guardó y hasta encuadernó los libros viejos», afirma. Así fue como llegó a sus manos. «El tío Marcos me dijo ‘tu eres la única que cuida de todo así que te voy a dar todo lo que hay de tu abuelo’». A eso hay que sumarle la colección que ella reunió. «Desde que el abuelo murió, todo lo relacionado con él que caía en mis manos lo recortaba y lo guardaba». Así lo hizo durante 59 años. Pero tenía todo sin ordenar. Así que cuando rehabilitó la casa en la que ahora vive «pensé, voy a dejar una habitación para las cosas del abuelo». Y un día se armó de paciencia y se puso a catalogar todo lo que allí tenía. Con tan mala suerte, que ese listado se perdió. Luis Rey, que escribió una biografía del autor, y el cambadés Francisco Fernández Rey, le ayudaron a poner orden.
Todavía conserva esa habitación. Es como un espacio por el que no ha pasado el tiempo. «Este es el escritorio en el que él trabajaba. Y su silla, mira, está rota pero me da pena arreglarla», explica. Sobre estos muebles cuelga la ilustración «que tenía en el cabecero de su cama» y en un armario, curiosamente guardadas, están muchas de sus obras. Libros que tienen tantos años como historia. En las paredes hay un poema, «de Otero Pedrayo que le escribió contándole un viaje que hizo por Galicia» y otras joyas, todas cuidadosamente enmarcadas. Y en el suelo se apilan los archivadores en los que se han clasificado todos los documentos. Todo este material tiene ahora un destino, el Concello de Cambados. Pitusa siempre tuvo muy claro que era aquí donde debería quedar el legado de su abuelo. Y por eso, y por otras muchas cosas, recogerá en breve el premio Cabanillas.