Un MVP rehecho de los ojos a los pies

Pablo Penedo Vázquez
pablo penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

CAMBADOS

MONICA IRAGO

Superada su fascitis, liberado de su obsesión por hacerse zurdo, y con lentillas desde hace un mes, Juanchi Orellano ha dado un enorme salto de calidad traducido en su condición de mejor jugador de la décima jornada de Liga de LEB Plata

28 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Érase una vez un jugador con la ilusión sin freno de un jovenzuelo capaz de cruzar el Gran Charco para perseguir un sueño en la lejana tierra de su abuela leonesa. Un apasionado dispuesto a entregarse a la familia que lo había acogido con los brazos abiertos cuando las cosas no fueron ni lo bien ni lo rápido que fabulaba al cerrar las maletas en su Rosario de aires de mar y plata. De corazón en la mano sostenido sobre un pie derecho que acabó destrozando por ayudar al Xuven Cambados en su primer curso en la LEB Plata, con tres años de calvario como infausto pago a su cuerpo, y mente. Soldado de la imaginación al asalto del poder, creyéndose capaz de educar su mano izquierda para que tocase la pelota en el aro tan bien como su diestra lo hacía de nacimiento. Un librepensante que creía que la miopía y el astigmatismo eran pequeños peros indignos de consideración en la ecuación evolutiva de un jugador. Así se mostraba, y así se entregaba Juanchi Orellano (Argentina, 27/II/1989) al equipo de EBA que lo acogía en el 2011 después de su difícil temporada de desembarco en España en el Illescas, entonces filial del Fuenlabrada en LEB Plata. Y así dejaba cinco años después O Pombal con destino al Zornotza de Amorebieta. De vuelta a Cambados el pasado verano, el base hispanoargentino ha demostrado seguir siendo ese mismo jovenzuelo desprendido que antepone el interés del grupo al suyo. Pero también una madurez que lo ha liberado de peajes autoimpuestos para exprimir su recuperado físico. Hasta el punto de poder gozar de su estreno en el papel de MVP semanal de LEB Plata con sus 21 puntos, 5 rebotes, 12 asistencias y 7 faltas recibidas, para 33 de valoración en el ajustado triunfo del cuadro amarillo sobre el Queso Zamorano (85-89).

La liberación de un calvario

«Es bonito. Es bonito ser el MVP. Pero lo que más satisfacción me trajo es que ganamos un partido difícil, sin Will ni Gerard». Así reaccionaba ayer Orellano a la felicitación por su reconocimiento. Un triunfo, el cuarto consecutivo del Xuven, el quinto en las últimas seis jornadas, que sitúa al equipo a una victoria de los cinco conjuntos en cabeza de la tabla.

Son muchos los que coinciden en ver en la temporada de Juanchi su mejor curso como jugador del Xuven desde el salto a Plata. El base coincide en que «está siendo muy buena. Yo trabajo para ser siempre mejor». Y en ello pone por delante el giro experimentado en el físico con el que en el verano del 2016 marchaba a Amorebieta. «La fascitis plantar de mi primer año en Plata con el Xuven me mermó hasta la temporada pasada, en la que empecé a notar que iba a mejor. Al curarla mal la fui agravando, y viví los dos siguientes años con dolor, y con miedo; hasta de saltar, de correr». De ahí que «aún hoy», señala, «sigo muy pendiente de cuidarme el pie derecho», con unas plantillas especiales, y masajeando la zona con una pelota de tenis «en cuanto noto que se me entumece».

La fascitis plantar por ayudar aún lesionado al equipo no fue el único lastre con el que se cargó Juanchi tras el salto desde la EBA. «Yo soy diestro, pero en la primera temporada en LEB Plata con el Xuven me lesioné la muñeca derecha, y cambié a tirar con la izquierda. Una locura que hice a raíz de una lesión y de una obsesión, un tontería que mantuve durante mucho tiempo, y de la que me arrepiento», confiesa hoy. Una sinrazón con consecuencias, con sus porcentajes de acierto bajando en un año del 53,8 % al 37,3 % en los tiros de 2, y del 35,7 % al 28,6 % en los triples al cambiarse de mano. El curso pasado, en Zornotza, Juanchi tomó la decisión de desandar el camino para seguir haciendo camino al andar. Sin lamentos. «Asumí que fue una tontería, y tiré para adelante», apunta. Su lanzamiento de dos subió del 36 % al 46,2 % de acierto -este año está en el 40 %-, mientras que en el de 3 ha tenido que esperar un curso más para ver la recuperación, desde el 14,3 % al presente 42,9 %.

Y llegó la eclosión años esperada

Rota la cadena de la fascitis plantar, liberado de su barroca teoría de la evolución a golpe de mano cambiada, Juanchi se ha erigido en el base de primer nivel LEB Plata que muchos llevan años esperando de él. Más aún por su marcada ascendencia global en la fluidez y la productividad del conjunto que por unos cada vez más notables números, 8,3 puntos, 4,1 rebotes y 3,4 asistencias por partido. Una escalada a la que también parecen haber ayudado las lentillas que desde hace un mes emplea en los partidos. «Tengo 1,5 de miopía y también astigmatismo, y me cuesta enfocar en movimiento, pero como no conduzco, lo vas dejando pasar. Cuando giraba la cabeza y miraba a canasta la veía más como una sombra, y ahora la enfoco muy rápido. Ahora me pregunto por qué no me puse lentillas antes». Pero sin reproches, fiel al Juanchi que es, no al que fue.

«Ahora intento vivir, y ser feliz», nos dice. «Ya no sueño con la ACB» como cuando llegó a España. «Trabajo para seguir mejorando, pero sin esa locura de pretender llegar a un punto sí, o sí», sentencia. Lo que venga, vendrá.

«Quiero repetir en la final de los «plays-offs»

Juanchi Orellano remarca lo mucho que tienen quen ver en su salto de calidad sus compañeros y su entrenador, Chiqui Barros, por la confianza que deposita en él. Con el Xuven probándose el pasado domingo una semana más como un equipo «sólido y con paciencia», en descripción de Juanchi, este último lanzaba ayer un cruce de deseo y reto: «El año pasado jugué la final de los play-offs, y eso no se olvida. Cuando se vive, lo quieres repetir».