Veinte horas para llegar en avión desde Barcelona a Cambados

Bea Costa
bea costa CAMBADOS / LA VOZ

CAMBADOS

MARTINA MISER

Una familia arousana viajaba en un avión de Ryanair que no pudo aterrizar en Santiago y acabó en Madrid

04 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los vuelos de Ryanair siguen dejando damnificados. Los pasajeros que el lunes a las 20 horas cogieron un avión en Barcelona rumbo a Santiago tuvieron que hacer noche en Madrid y regresar ayer a Galicia por carretera. Todo iba bien hasta que llegó el momento de aterrizar en Lavacolla. Había niebla y no se podía tomar tierra. Tampoco en los aeropuertos de Vigo y A Coruña que, según informó el comandante al pasaje, estaban cerrados por el mismo motivo. El avión puso entonces rumbo a Valladolid para disponerse a aterrizar en la pista castellana, pero tampoco pudo ser, según informó el comandante, y acabó en Barajas, a las once de la noche.

Una vez en Madrid, la compañía ofreció a los pasajeros un autobús para viajar a Santiago, lo cual acabó por crispar los ánimos del personal. Lo cuenta Patricia Villanueva, una cambadesa que viajaba con su pareja y sus hijos de cuatro y dos años, que está indignada por todo lo ocurrido. No tanto por el hecho de no poder aterrizar -aunque, según sus noticias, no era cierto que estuvieran cerrados los aeropuertos por las condiciones meteorológicas-, si no por el trato recibido por parte de la compañía. «Nos nos dieron ni un vaso de agua», afirma.

Tras recorrer varios mostradores y escuchar algunas respuestas poco amables, la compañía puso a disposición de los pasajeros hoteles y un autobús para el día siguiente. Era la una y media de la mañana y tocaba ir a dormir. A las siete y media, la familia volvía a ponerse en marcha para coger en Chamartín el tren de las 9.15 horas a Santiago, porque hacer el camino con dos niños pequeños en autocar no les pareció buena idea. Llegaron a su casa de O Pombal a las 16.30 horas, cansada y sin la sillita de bebé, que se la perdieron en algún aeropuerto. Ahora toca el papeleo y reclamar por la silla y los 250 euros que gastaron en tren y taxi. «Y un día de trabajo que perdimos yo y mi marido», relataba ayer Patricia Villanueva. Ayer no fue posible recabar la versión de Ryanair sobre lo sucedido en este vuelo.