«Salvé una vida pero dejé 104 niños más»

CAMBADOS

María José Freire, que perdió la vista hace cinco años, adoptó a una niña con Síndrome de West

17 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Salvé una vida pero dejé a 104 niños más, y de eso no te puedes olvidar», señala María José Freire Franco, Sisi. Esta gallega vecina de Pontevedra estuvo ayer en el colegio de los Salesianos de Cambados para concienciar a los alumnos sobre la necesidad de ayudar a los niños desamparados del Tercer Mundo. «Pero no todo el mundo tiene que irse a República Dominicana como hice yo. Aquí, en España, también hay mucha necesidad», señalaba ayer a preguntas de este diario. Los 50 minutos de que disponía para dirigirse al alumnado le supieron a poco. «Hay tanto que contar», explicaba Sisi. Solo su historia da para muchas páginas y constituye un ejemplo excepcional de coraje y solidaridad.

El encuentro con Sofía

Hace cinco años se quedó ciega como consecuencia de una enfermedad ocular que se le complicó con una infección. De viajar por toda Europa y estar al frente de varias empresas del sector turístico de repente vio como todo su mundo se venía abajo. Pero no tardaría en descubrir que hay otras formas de vivir, aunque no puedas verlas. Casi por casualidad acabó viajando a la República Dominicana, donde tuvo ocasión de colaborar con una oenegé que trabaja en el acogimiento de niños. Sisi organizó una escuela y daba clase cuando conoció a la que iba a acabar siendo su hija: Sofía. Llegó al orfanato con once meses y apenas pesaba tres kilos. Su estado era casi vegetativo porque, según pudo diagnosticársele después, la pequeña padece Síndrome de West, lo que supone que sufre un grado de minusvalía del 99 %. «Casi es más fácil decir lo que no puede hacer que lo que puede hacer. No ve, no habla y nunca va a poder andar», explica Sisi. Cuando la recogió se estado era deplorable. «Estaba tirada en el suelo y solo le daban agua con azúcar». No había elección. O la sacaba de allí o la pequeña, que entonces se llamaba Estrella de los Santos, estaba condenada a una muerte segura. Y ahí empezó la aventura más grande de su vida, en todos los sentidos. En República Dominicana pasó muchas penurias hasta conseguir que le entregaran a la niña. «Intentaron secuestrarme y tuvimos que vivir escondidas en una cueva porque allí la gente pensaba que Sofía era el demonio». Por fin, con el apoyo de del departamento de Menores de este país y del cónsul de España logró que un tribunal dominicano le diera la guarda y custodia de la niña, lo que hizo posible que Sisi y Sofía pusieran rumbo a Tenerife en junio del pasado año. Pero no se le acabaron ahí los problemas. Le denegaron la tarjeta de la seguridad social en varias ocasiones pero, pese a todo, logró que ingresaran al bebé en el Hospital de la Candelaria, y tuvo la fortuna de toparse con el Fiscal de Menores de Tenerife que le allanó el camino para sortear el sinfín de trabas burocráticas que se topó para conseguir la preadopción y el permiso para viajar a Pontevedra.

Por fin, la adopción

Todavía habría de esperar mucho, hasta septiembre del 2015, para conseguir la adopción definitiva. «Cuando me la traje me decían que estaba loca y bendita sea la locura. Estamos las dos vivas. No sé cuánto va vivir mi hija, cada día es un regalo. Ella me hace tener los pies en suelo y somos felices». Sus vecinos del edificio de la plaza de Barcelos, donde vive actualmente, «son un encanto y me apoyan en todo» pero, aunque que Pontevedra es una ciudad accesible, dice, «el día a día es muy difícil». No solo por el problema de las barreras arquitectónicas, que también, «es que muchas veces la gente es un muro para las personas con minusvalía». Pero con mucha voluntad y valentía, y con el apoyo de su perro guía Golfillo, esta singular familia logra salir adelante.

Alumnos padrinos

Madre e hija estuvieron ayer en el colegio de Castrelo (Cambados) en la que fue la primera charla de Sisi en un centro educativo. Y espera que no sea la última. «Hay mucho trabajo por hacer en muchos sitios». En los Salesianos algo van haciendo. Cada curso -de primero a cuarto de la ESO- apadrinó a un niño, lo que supone que cuatro pequeños tendrán a partir de ahora una vida mejor.

Sisi adoptó a un bebé dominicano con el 99 % de minusvalía, que creían el demonio

La gallega perdió la vista hace cinco años pero eso no le impidió luchar por su hija

Actualmente vive en Pontevedra con su pequeña «y cada día es

un regalo»