Don José celebra sus 50 años de sacerdocio en Cambados

CAMBADOS

José Aldao, en la casa rectoral, que no duda en poner a disposición del que la necesite.
José Aldao, en la casa rectoral, que no duda en poner a disposición del que la necesite. Mónica ferreirós< / span>

Fue su primer destino y ya nunca se marchó del que califica como pueblo «acolledor e traballador»

18 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El 22 de julio de 1965 se ordenó sacerdote y tres meses después, con 23 años, se estrenó como cura en Cambados. Había pasado por allí una vez, en una excursión, y recuerda que ya entonces se quedó «impresionado» con aquella majestuosa plaza de Fefiñáns. José Aldao Rey no se podía imaginar entonces que Cambados iba a ser su vida. «Nunca pensei pasar aquí cincuenta anos. Pedín en dúas ocasións parroquia, pero non me cambiaron», explica. Llegó como coadjutor compartiendo labores pastorales con Don Antonio y Don Crisanto, siguió como vicario y todavía tendría que esperar al 2010 para convertirse en párroco. Para entonces, Aldao ya llevaba décadas ejerciendo de Don José, en la catequesis, en misa, en el instituto y en la calle.

El más fotografiado

Como suele ocurrir con los curas de pueblo, conoce a todo el vecindario. Por su iglesia han pasado hasta tres generaciones de feligreses así que es hoy el día en que le da catequesis no solo a los hijos de aquellos a los que confirmó sino incluso a nietos de otros que casó. Es raro el hogar en el que no hay una foto de Don José por algún sitio; de un bautizo, de una comunión, de la boda... No sería la primera ni la segunda vez que entra en una casa y se ve retratado sobre la cómoda o la repisa de la sala. El otro día, sin ir más lejos, una pequeña se le quedó mirando con los ojos como platos cuando le vio entrar y lo reconoció como el hombre de la foto, relata el sacerdote. Aldao tiene mil y una anécdotas porque medio siglo de vida, máxime desde la atalaya del sacerdocio, dan para mucho. Recopilarlas es casi inabarcable, pero los aniversarios son propicios para hacer balances, así que toca. ¿Lo mejor de estos años en Cambados? «Ter conseguido pór en marcha os consello pastoral parroquial», afirma. Con la crisis de vocaciones que sufre la Iglesia, la única alternativa a los curas son los seglares, «e en Cambados este tema está cuberto». Si de algo se siente orgulloso es de que los feligreses asumieran las riendas de la parroquia y de que Cáritas siga prestando auxilio a todo aquel que llega pidiendo comida, ropa o un lugar para dormir. Y después están los niños. «O que non cambio por nada é a misa de doce dos domingos», comenta. Es la liturgia posterior a la catequesis y en la que más se canta, y en ese terreno, Don José se mueve como pez en el agua. Ni los niños son los de antes, «agora veñen coa cabeza máis ocupada», ni los métodos son los mismos. Aldao aún se sigue sorprendiendo al ver a las catequistas Tablet en mano enseñando la doctrina a los más pequeños en vez de usar las fichas de toda la vida. «Agora é máis difícil motivalos pero os nenos tamén teñen más creatividade e máis medios que hai anos», comenta.

Para lo bueno y lo malo

A la hora de elegir lo peor de este medio siglo en Cambados, Don José no duda: el narcotráfico y sus secuelas en los jóvenes. «O máis triste foi deixar no cemiterio a rapaces que non tiñan que estar alí». Se refiere a las víctimas de las sobredosis, la violencia y del SIDA que, especialmente en los años ochenta, fueron muchas en la villa. Ahora ya no se encuentra a los chicos tirados en el atrio de San Benito pero «o problema non está resolto». Sigue habiendo demasiado silencio, «do que somos todos un pouco cómplices», aunque él ha sido de los que ha alzado su voz contra los traficantes, bien sea desde la parroquia bien a través de la Fundación Galega contra o Narcotráfico de la que forma parte. No le faltaron reproches y enemistades por este motivo, pero Don José prefiere correr un tupido velo sobre este asunto. Hubo momentos difíciles, pero son los menos.

Lágrimas de emoción

Echar un vistazo al pasado le deja, sobre todo, buenos recuerdos y mucha emoción. A Don José se le empañan los ojos cuando se le pregunta por el homenaje que le preparan para el viernes. El día 23 se cumple exactamente el medio siglo desde su llegada a la villa del Albariño y ese día será de fiesta en la parroquia de Santa Mariña Dozo. A las 20.30 horas habrá una misa muy especial y después se le rendirá un tributo en el salón Peña, con ágape y regalo incluido. «Diso eu non sei nada», apunta con modestia. Pero en Cambados están muy pendientes de la cita. A buen seguro que el templo se quedará pequeño y quien quiera acompañarlo en Peña podrá hacerlo previa retirada de la correspondiente invitación en la sucursal de Abanca (el precio es de 20 euros por persona). Será una jornadas de emociones y nostalgia de aquel Cambados «traballador e acolledor» que lo recibió con los brazos abiertos. «O pobo cambiou moito, e para ben», reflexiona. Veremos como lo encuentra dentro de diez años. Quedamos emplazados para hablar de sus bodas de diamante (60 años), de nuevo, en la casa rectoral.

La parroquia le rinde este viernes un homenaje con misa y ágape incluido