Tres zarpazos de la Lotería de Navidad en la misma administración de A Illa

Martina Miser

Una mujer de cierta edad y aspecto venerable irrumpe en la administración de lotería de A Illa de Arousa a media mañana. Lleva una barra de pan bajo el brazo y atraviesa la barrera de periodistas como un cuchillo caliente lo haría con un pedazo de mantequilla. «Manolo, toucoume a lotería. Podo cobrala aquí?», le espeta al lotero, desperezando con su revelación al grupo de gacetilleros, un tanto somnolientos, que se abalanzan sobre ella en busca de su testimonio de persona agraciada por la más popular de las suertes navideñas. La señora maneja la situación a su antojo. «Tocoulle algo, entón?». «Algo tocou». «O quinto?». «O Gordo». La respuesta pone a plumillas, cámaras y fotógrafos a dar saltos mientras afilan sus colmillos de depredadores mediáticos a la caza de una crónica. Con una sonrisa, el objeto de sus desvelos desinfla el suflé y manda parar: «E a terminación, 90, ho; poderei cobrala aquí, Manolo?».

Manolo es Manuel Núñez. Junto a su mujer, Cristina Allo, regenta un despacho que acaba de cumplir dos decenios en la brecha de la fortuna. Hace exactamente un año, distribuyó desde aquí 16 millones de euros a través de los dos cuartos premios. La mayoría, envueltos en participaciones con las que los chavales del instituto abonaron los sueños de Navidad de sus familias. Esta mañana, a eso de las once, un quinto premio, el 88509, volvió a poner el foco sobre A Illa. Dos horas más tarde, otro quinto, el 87092, y el último cuarto, 25296, se sucedieron sin apenas dar un respiro. Son solo tres décimos, uno por número, procedentes de intercambios con administraciones de toda España: 32.000 euros en total. ¿Pero quién es capaz de hacer tres blancos —cinco en dos años— en un sorteo como este? Algo flota en el ambiente, y no es solo el viento del sur que trae la lluvia. Como para pensárselo en el 2023.

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