Ola de apoyo a un bar de A Illa que recibió una mala crítica por pedir a unos clientes que usasen la mascarilla

La Voz A ILLA / LA VOZ

A ILLA DE AROUSA

MONICA IRAGO

Reprochaban al dueño del local su «poca mano izquierda» por indicarles que no podían quitarse el protector facial para tomar el sol en la terraza

17 mar 2021 . Actualizado a las 16:31 h.

«Fatal la experiencia». Así comenzaba su crítica en Google un cliente que había parado a tomarse algo en la espectacular terraza del bar Fina Viñas, en A Illa. Acto seguido, el hombre detallaba lo que había ocurrido cuando, en compañía de su mujer, se había detenido «a las cuatro de la tarde para tomar un café». Según él mismo relata, había dos mesas ocupadas y una distancia de varios metros entre ambas. «Hemos sacado un momento la mascarilla, porque hacía un calor asfixiante, y el dueño nos ha llamado la atención a nosotros, y a los de la otra mesa (...) Me parece totalmente desproporcionado», dice este cliente, que anuncia que no volverá a un local en el que al propietario «le falta mano izquierda».

El propietario es José, y no es muy dado a contestar a las críticas que sobre su establecimiento se hacen en ninguna red. Pero en esta ocasión ha decidido hacerlo, y ha publicado tanto la queja del cliente como su respuesta en la página de Facebook del local. Lo ha hecho, sentencia, porque «hay momentos en los que se te abren las carnes al leer determinadas cosas». En un contexto duro, durísimo, para el sector de la hostelería, con muchos negocios en la picota, «llega un personaje que se debe de pensar que estamos en la era de Kunta Kinte, y látigo en mano quiere exponer todo esto porque él quiere estar tan a gustito y sin mascarilla tomando el sol en una terracita... Incomprensible». José da la versión de lo ocurrido: en la mesa de la discordia, señala, «se sentó la pareja y ella se quitó la mascarilla y se puso de cara al sol». «En ningún momento les levanté la voz, ni les hablé en mal tono. Solo les dije que tenían que tener la mascarilla puesta», señala José, quien reconoce que «en el momento no le di más importancia, de hecho cuando vinieron a pagar estuve hablando con él tranquilamente, explicándole que hay unas normas que hay que cumplir». Por eso le pilló por sorpresa encontrarse, horas más tarde, con un comentario al que respondió así: «Lamentamos qué sea usted tan inconsciente como para, en los tiempos que corren, poner semejante comentario, ya que si como dice ya ha pasado por aquí en alguna ocasión, sabe que no es nuestra condición el molestar a nadie. Pero usted debería de comprender que aparte de correr un riesgo de contaminación pandémica, a nosotros nos expone a una multa, a la apertura de un expediente y al cierre de nuestro negocio... ¿De verdad usted se cree quién de poner en semejante riesgo un negocio por diez minutos de terraceo? ¿No cree que debería ponerse en el lugar de los que vivimos de este local antes de escribir y valorar? Siento no poder tener mano izquierda, ya que para con nosotros nadie la ha tenido...».

La respuesta del hostelero ha suscitado una oleada de comentarios de apoyo a su decisión, así como una profunda indignación por la crítica del cliente. «Parece mentira que con todo o que levamos pasado», dicen, siga habiendo gente que quiera saltarse las normas y haga gala de una profunda insolidaridad. José asegura que, por fortuna, son los menos. «La gente ya sabe lo que tiene que hacer y, en general, lo hace bien», asegura. Él, que se resiste al pesimismo, asegura que «esto es muy fácil. Con un poco que pongamos todos de nuestra parte, salimos. Pero tenemos que poner todos». Queda dicho.