El bum de donuts, unicornios o patitos hinchables tiene en vilo a los socorristas

maría hermida / rosa estévez PONTEVEDRA / VILAGARCÍA / LA VOZ

A ILLA DE AROUSA

Ramón Leiro

Conscientes de la facilidad con la que se desplazan, los vigilantes de las playas arousanas no les quitan ojo

28 jul 2019 . Actualizado a las 20:19 h.

Lo explicaba a la perfección Daniel Castellano, socorrista en el arenal de Raxó (Poio): «Nosotros en la playa tenemos que estar atentos a todo, desde una picadura a los hinchables pasando por cualquier cuestión». Efectivamente, el peligro puede aparecer en cualquier sitio. Sin embargo, el propio Castellano, al igual que vigilantes en distintas playas de las rías de Pontevedra y Arousa, señalaban que ahora mismo hay un bum de hinchables; de patitos, unicornios, donuts o bananas pululando por el agua, muchas veces con niños encima, y que eso les mantiene en vilo porque son conscientes de que la rapidez con la que el viento mueve estos artilugios. Aún así, a veces se producen algunos sustos.

Marcos Fandiño, coordinador de los socorristas de Marín por segundo año consecutivo, habla claro al respecto: «Con el bum de los hinchables hay que estar pendiente, claro que sí, sobre todo cuando ves que se suben niños. La gente reacciona muy bien ante los avisos, pero aún así tienes que controlar mucho todos esos hinchables porque con el viento se mueven muchísimo». Cuenta que fueron testigos de un susto en la playa de Loira, donde hubo que prestarle ayuda a unos chiquillos que iban sobre un plátano hinchable». Un susto todavía más grande se produjo en Lourido. Una pareja se quedó dormida en un patito hinchable y acabó en medio de la ría. Por mucho que intentaron remar, al final tuvieron que ser rescatados.

Para evitar percances, en cuanto sopla el viento o ven que puede ser peligroso salir con hinchables los vigilantes no dejan de lanzar avisos: «A veces ves que hay viento y están con el hinchable y sí, les sueles decir que tengan cuidado, sobre todo si son niños, porque es fácil irse hacia dentro pero no tanto volver. Nosotros contamos con una moto de agua para hacer remolques, algo que nos da seguridad», indica Manuel Martínez, que es uno de los socorristas que contrató el Concello de Bueu. Concretamente, trabaja en la concurridísima playa de Lapamán.

El tiempo y la tranquilidad

Más allá de tener que estar atentos a los hinchables, el verano está siendo muy tranquilo en los arenales. Así lo indican distintos socorristas desde los concellos costeros de las rías de Arousa y Pontevedra, que señalan que la inestabilidad meteorológica ha reducido considerablemente el número de bañistas en lo que va de verano. Notan que hay más indisposiciones en tierra -caídas, mareos, infartos...- que en el mar. Y dicen que las picaduras tan habituales otros años, como los fanecazos de A Lanzada, están disminuyendo. Algo más de lata parecen estar dando las velutinas a pie de los arenales.

En Poio, se rescató a una pareja en un patito y en Loira a los tripulantes de un plátano hinchable

Los «fanecazos» bajaron con respecto a otros años en arenales como A Lanzada

Marín y O Grove no lograron completar aún la plantilla para vigilar y buscan soluciones

Al igual que si fuese una de esas machaconas canciones del verano, hay una historia que se repite estío tras estío en las Rías Baixas, en el epicentro del turismo gallego de sol y arena. Los concellos se las ven y se las desean para encontrar socorristas y muchos no llegan a completar las plantillas. Este año, con agosto ya tocando a la puerta, no tienen todos los vigilantes que desearían ni Marín ni O Grove. En el caso grovense la plantilla está a la mitad, lo que obliga a hacer filigranas con los turnos y con las vigilancias a pie de costa.

Comencemos por ahí, por O Grove. Ahora mismo tienen once socorristas, tres sanitarios y un patrón de embarcación, que suponen la mitad de lo que sería necesario. Esto se traduce en que la única playa que está garantizada la vigilancia es en A Lanzada. Solamente para tener controlado este arenal hacen falta como mínimo siete personas. Todos los días sale también la lancha de vigilancia, que patrulla toda la costa. A partir de ahí, y en función de las posibilidades, se intenta vigilar también las playas de Raeiros y Area da Cruz y en el fin de semana se prolonga el dispositivo hasta el arenal de As Pipas.

En Marín, mientras tanto, lograron contratar a 17 socorristas. Pero el Concello no se da por vencido y aspira a llegar a tener en plantilla a lo largo del verano a 21 vigilantes. «Cada año hay los mismos problemas. Acude gente a la convocatoria pero luego acaba renunciando porque ya está en otro sitio», señala la concejala encargada de playas. Con 17 personas, lo que se hace es vigilar Portocelo, Mogor, Aguete (con dos puntos) y Loira y se sacrifica el puesto de O Santo. Por su parte, Sanxenxo, Poio, Bueu y A Illa sí que lograron contratar a todos los vigilantes que necesitaban. Desde A Illa reconocen que fue difícil «e polos pelos».