«En A Illa, en Vilagarcía, puedes tener a la próxima campeona olímpica»

A ILLA DE AROUSA

MARTINA MISER

La alicantina Carolina Pascual, que vivió una infancia espartana para encumbrarse como única gimnasta rítmica española con una medalla en unos Juegos, resalta la iniciativa del C.X.R. Arousa de organizar un campus de verano para niños, que hoy se clausura bajo su dirección con una exhibición

03 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Subcampeona olímpica de gimnasia rítmica en Barcelona 92, Carolina Pascual (Orihuela, 17/VI/1976) dirige esta tarde a los que han sido desde el lunes sus 38 alumnos en el I Campus de Verán del C.X.R. Arousa en la exhibición con la que se clausura el clínic, de cinco a seis en el pabellón del Colegio Torre-Illa.

-Primera y única gimnasta rítmica española con una medalla olímpica individual, con 16 años y 52 días. Y un año después se retira para concentrarse en sus estudios y su familia. Mucho y de mucho les habrá podido hablar y enseñar a sus alumnos en A Illa...

-Sí. Bueno. Estamos con ellos sobre todo para que vean cómo me muevo, cómo bailo, cómo me expreso. Para que copien en todo a una medallista olímpica. Intentamos trabajar la expresión, la chulería de mis movimientos; inculcarles mi manera de trabajar. Les he traído mi medalla, y han flipado por su tamaño, su brillo y su peso. Son niños. Los chicos ya venían con ganas, pero al trabajar conmigo están esforzándose a tope, dándolo todo desde el lunes. Ya están un poco fundidos. Con muchas agujetas, pero con muchas ganas. Sobre mi retirada, fue un error. Mi mundo era muy duro. No es la manera de trabajar de estos tiempos. Mi entrenamiento era muy, muy exigente; también en la comida. Me sacaron de casa a los 11 años. No podíamos ver a la familia en 4-5 meses, trabajábamos como los caballos, mirando adelante. Al acabar los entrenamientos mi masajista me llevaba en brazos a una camilla, porque de la tendinitis no podía andar. Me ponían un palo en la boca, y me derretían barras de hielo de la cabeza a los pies. Y a la cama. No sé ni cómo me movía. Me acostaba en la cama, y lloraba, lloraba, lloraba. Pero al día siguiente me lavaba la cara, y me volviá a levantar. Y así 5-6 años, entrenando 10-12 horas. Yo vi lo que me exigían, y dije sí. Era lo que yo quería hacer. Yo terminé con una medalla colgada en el cuello. Me retiré erróneamente. Tendría que haber estirado mi carrera, y aprovechar lo que había conseguido. La gimnasia rítmica en España ha cambiado mucho. Esa disciplina tan dura no existe ahora.

-¿Y qué le han aportado a usted los chavales con los que ha estado trabajando estos días?

-Cada alumno me enseña que da lo mejor de sí. Las ganitas que ponen... Y desde el lunes al jueves ves diferencia. Y esa diferencia qué la da, el trabajo y la entrega. Yo les exijo mucho, porque sé que pueden dar.

-¿Qué nivel se ha encontrado?

-Bueno, el nivel es... Hay futuro. Pero la gimnasia es un deporte muy lento, de mejorar día a día. Y son niños de poca edad. Pero hay nivel. La gimnasia rítmica es un deporte sacrificado. Conlleva ser constante, respetuoso, compañerismo, disciplina... Y ellos lo saben. Han elegido un deporte que requiere todos estos valores. Día a día lo estamos trabajando.

-Me contaba una entrenadora veterana hace poco que en la gimnasia rítmica nos podemos encontrar con la aparición de una estrella en cualquier club modesto. ¿Coincide?

-Es así. En cualquier club modesto puedes encontrar al Messi de turno de la gimnasia. En una escuelita de 150 alumnos puedes tenerlo. En A Illa, en Vilagarcía, puedes tener a la próxima campeona olímpica. Y además las campeonas solemos ser de pueblo.

-Usted llegó a la gimnasia rítmica con 7 años animada por su profesora de ballet. ¿Sigue siendo esta puerta principal de entrada a su disciplina?

-Sí. Por supuesto. El ballet clásico es la base y el mantenimiento de la gimnasia rítmica. Yo hacía 3-4 horas de ballet en mi época de gimnasta. Y en el equipo nacional me traían a los mejores bailarines, y mis profesores particulares eran búlgaros. He trabajado con el mejor bailarín amaricano, Carl Paris, o los mejores españoles, como Javier Castillo Poty.

-¿Qué valor le da a una iniciativa como la del Club Ximnasia Rítmica Arousa, a organizar un campus de verano con una medallista olímpica singular en una localidad de 5.000 habitantes?

-Bueno, es lo que he dicho. Yo también salí de pueblo. Y si en A Illa han traído una medallista olímpica a un campus es porque sus responsables están pensando en la escuela, por sus niños. Yo repetiría experiencia. He trabajado con ganas, ilusionada.